CAPÍTULO TREINTA Y DOS (PTE DOS)

55.8K 4.9K 3.7K
                                    

SÉ DONDE PERTENEZCO Y ES AQUÍ, MI DULCE CORAZÓN



A la mañana siguiente, cuando me despierto, no recuerdo del todo como llegue al hotel, pero Isa esta a mi lado, con sus piernas enredadas en las mías y su brazo rodeando mi cintura.

Asique supongo que nada demasiado fuera de lo común. 

—Isa... —murmuro con la voz pastosa y ronca por el sueño.

Ella solo presiona su brazo un poco más a mi alrededor y yo estoy que me meo encima.

—Isa... —me quejo de nuevo, pero ella vuelve a refunfuñar y murmura algo entre dormida.

Les voy a confesar algo, no es más bien como uno de mis secretitos, pero sepan que les servirá en un futuro si es que ya no lo sabían.

Beber de más a veces nos trae unos pedos atómicos.

Isa presiona mi vientre de nuevo y a mi, bueno, a mi se me escapa uno de los silenciosos, de esos que queman.

Dios, pobre Isa que está detrás mío.

—Pero... —murmur todavía un poco entre dormida y  estoy segura como la mierda que la despertó el olor. —¿Qué es...? ¿Por qué huele a muerto?

La carcajada se me escapa, pero en mi defensa, quién se tira pedos todo el tiempo es ella, alguna vez me tocaba.

—¡Minerva! —Dice, incorporándose de repente. —Que te estas pudriendo por dentro, joder, ve a un médico.

—No podía despertarte —bromeo, mientras tomo la toalla para darme un baño, cerrando la puerta justo a tiempo cuando Isabella me tira una almohada.

Después de un caótico desayuno, en el que Dante, Mika y Tatiana se sentaron con nosotros y en el cual estuvimos todo el tiempo hablando de cochinadas, porque así somos nosotros, todos salimos a caminar por el centro de la ciudad, comprando recuerdos para llevar y yo, cuando nadie me estaba mirando, me termine metiendo en una librería a comprar algún libro puerco. Isabella, adivinando mis intenciones, me siguió y compró otro libro puerco y en un acuerdo silencioso, decidimos que luego nos lo compartiríamos. Tatiana se había dirigido a la sección de tarot y brujería, cuando nos descubrió mirándola, nos sonrió con malicia.

Luego de un almuerzo tardío en el centro, ya que casi son las cuatro de la tarde, decido que quiero relajarme un rato en la piscina, tomando un poco de sol.

Isabella dijo que tenía cosas que hacer y los chicos se fueron a no sé qué excursión.

Yo tengo demasiada cruda para ello.

A pesar de la hora, el sol se siente sencillamente increíble, calentando mi piel y haciéndome sentir una especie de placer orgásmica con ello, porque si, verán, a veces las cosas que nos dan placer son casi tan buenas como tener sexo.

¿Y saben que más me da placer? El libro con muchas escenas para mayores que pienso empezar a leer.

Estoy a punto de llegar a la escena hot cuando de repente una sombra se cierne delante mío y eso es algo que me cabrea sobremanera, porque sinceramente, era la parte más entretenida del libro, que llevo cien páginas y todavía no se han metido mano, por más que la tensión está ahí, latente.

—Buenas tardes —murmura Pierce con una sonrisa enorme.

—Hola —respondo, viéndolo sentarse en la reposera acolchada que hay en mi lado izquierdo.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Où les histoires vivent. Découvrez maintenant