CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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CUANDO TE PICAN LAS GANAS DE FOLLAR 



Tomamos un taxi para ir al bar donde se encuentra Yoshio y supongo que el resto de sus amigos. Pierce ha estado de un sorprendente buen humor desde que supo que su amigo me había invitado y por más que le pregunté qué demonios le pasaba, solo alegó que había tenido un buen día, que salir esta noche era justo lo que necesitaba.

No le creí, por supuesto, era una mentira, lo sabemos.

De todas maneras no dije nada e hicimos el recorrido al bar en silencio, mientras yo observaba las calles de Madrid, que por cierto, eran preciosas.

El lugar al que terminamos llegando grita lujo por donde lo veas, la entrada es toda espejada y adornada con luces led de color azul. Una vez dentro quedo aún más sorprendida, las lámparas de telaraña encendidas cuelgan casi tan bajo que si me pongo en puntas de pie de seguro llego a tocar alguna. El piso es de madera al igual que todo el mobiliario y dentro también está todo iluminado en colores azules, sin embargo lo que me hace jadear son las formas de los sillones, con enormes espalderos y todos de distintos colores, me recuerdan mucho a la película de Alicia en el país de las maravillas, el sillón del sombrero loco.

¿Saben cuál? ¿No? Pues vayan a googlear.

Yoshio sonríe cuando nos ve llegar a Pierce y a mi y algo dentro mío me decía que en realidad no había invitado a Pierce, pero que de todas maneras se alegra de que haya venido.

Me pregunto si sabe que vivimos en el mismo departamento.

—¿Sabe que vivimos en el mismo departamento? —Le cuestiono a Pierce por lo bajo antes de llegar.

—No, no lo sabe —responde él con seriedad, clavando sus ojos unos cuantos segundos en mis labios, antes de volver a mirarme a los ojos. —¿Quieres que lo sepa? —Pregunta.

No llego a responder ya que llegamos a la mesa, donde Yoshio se pone de pie para recibirnos, dándole un amistoso abrazo a Pierce y besando cada una de mis mejillas.

—Es tan bueno que hayan venido —dice.

Sonrío un poco incómoda, mientras que con un movimiento de la mano saludo al resto de las personas que se encuentran en la mesa, que si no me equivoco, son también cocineros importantes que he visto dar charlas aquí en la convención y en verdad no quiero quedar como una friki, pero si he ido a casi todas.

Terminamos tomando asiento, mientras todos vuelven a retomar conversación de algo que no me molesto en entender.

—¿Qué quieres tomar? —Pregunta Pierce, que por suerte se sentó a mi lado, ya que tener que empezar una conversación desde cero me resulta en este momento aterradora.

—¿Qué vas a tomar tú? —Pregunto.

—De seguro no algo que te guste —responde, observándome de reojo mientras leo la carta.

—Pierce, yo de aquí no entiendo nada —murmuro.

—¿No que hablabas español?

—Dije que lo entendía —murmuro—, pero no que sé leerlo —aclaro.

—¿Cómo demonios aprendiste y no sabes leerlo?

—Eso no viene al caso —digo, con un ademán de la mano para restarle importancia. —Anda, ayúdame a elegir algo que no sea pis de mariposa.

—No se si las mariposas hacen pis —dice él, medio distraído, pero siguiéndome la corriente.

—No me obligues a googlearlo —murmuro—, de todas maneras, sabes a lo que me refería.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin