CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES

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QUELQU'UN  M'A  DIT



—Entonces..., estás yéndote —murmuro mientras le observo hacer su maleta.

—Sip...

—¿Por qué estás yéndote tan de repente? —No puedo evitar preguntar. —¿Es por lo de anoche?

Dean sonríe, de esa manera que sabe que me vuelve loca, antes de clavar sus ojos en los míos y acercarse los pocos pasos que nos separaban.

—No, cariño, no tiene nada que ver con lo que pasó anoche —murmura, tomando mis mejillas entre sus enormes manos.

—Okey —farfullo por lo bajo, mis labios fruncidos por cómo aprieta mis mejillas.

Y entonces Dean sigue sonriendo y yo intento devolverle la sonrisa, pero cuando quiero darme cuenta, sus labios se pegan a los míos y entonces nos estamos besando. Mis manos se enredan en su cuello, acercándolo más a mí y él por su parte hace lo mismo, aunque no profundiza el beso, sino que simplemente es un toque de labios que termina más rápido de lo que esperaba.

—Fue increíble compartir estos días contigo, Mine, en verdad lo necesitaba —murmura.

Le sonrío en respuesta, solo porque de repente las palabras se me atascan en la garganta cuando quiero responderle y las preguntas que tengo alojadas en el pecho también me las trago, porque si bien sus ojos están llenos de amor, también albergan una tristeza que siento que me parte por dentro y por más que vaya a insistir con el tema, se que Dean no va a decirme nada de lo que este pasándole.

—¡Dean! Carajo, vas a perder el vuelo.

Dean ríe al escuchar a Pierce gritarle aquello desde la cocina, mientras que yo le sonrío a duras penas.

—¿Qué carajo están haciendo ustedes dos ahí? Andando, muevan el culo.

—¿Dónde iremos nosotros? —Le pregunto por quinta vez a Pierce.

—Te dije que era una sorpresa —vuelve a repetirme como cada vez. —Andando.

Y entonces está tomando mi valija y llevándola al auto que nos espera fuera, los tres haciendo nuestro camino al aeropuerto y dejando esta ciudad de cuentos de hadas atrás.

Apoyo mi cabeza en el hombro de Dean mientras vamos apretujados en el auto y él por su parte hace lo mismo, respirando el perfume de mi cabello sin disimulo.

Hacemos los trámites en el aeropuerto rápidamente, y el primer vuelo de que despega es el de Dean y yo por más que intente ver dónde era que íbamos a dirigirnos con Pierce, éste no me dejo hacerlo, sino que me chistó por lo bajo y sonrió de esa manera canalla que me decía que tenga paciencia.

—Ten un buen viaje, envíame un mensaje cuando llegues —murmura Pierce a Dean, luego de darle un abrazo varonil.

Dean simplemente asiente y ahora su semblante luce del todo derrotado.

Antes de que siquiera termine de soltar a Pierce, yo ya he saltado a sus brazos, enterrado mi rostro en su pecho y lo estoy abrazando de una manera que pareciera que no vaya a verle nunca más.

No sé cuántos minutos pasan en los que simplemente nos quedamos así, hasta que avisan el último llamado de su vuelo y entonces nos separamos.

—Pásalo bien, ¿vale? No dejes que Pierce te colme toda la paciencia.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin