CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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SI QUIERES FOLLAR, APRENDE UNA CANCIÓN DE DOJA CAT



—Yo creo que con esto ya estamos —digo con un suspiro cansado.

—¿No lo sientes como un deja vu? —Responde con una sonrisa suave en el rostro.

Ruedo los ojos, sin embargo logro devolverle la sonrisa.

—Puede... —murmuro, acomodando las últimas cosas en el mueble. —Mika, en serio voy a pagarte por todo.

Lo siento chasquear con la lengua, antes de que me empuje con su hombro para hacerse lugar.

—Y te dije cientos de veces que dejes de fastidiar con ello, que estas cosas estaban guardadas y sin uso —dice nuevamente, para luego clavar sus ojos, un tanto molestos, en los míos. —No puedo creer que no me hayas dicho nada —se queja.

—No quería preocuparte —respondo, apartando la mirada.

—Me preocupa que confíes más en esos dos hombres que en mi —recrimina.

Tiene un poco de razón, pero él no sabe toda la historia.

—Ellos solo estaban en el momento indicado en el lugar indicado y una cosa llevó a la otra...

—Minerva...

—Ya me fui, ¿vale? Estoy lejos de los dos y no he sabido nada de ellos en la última semana, asique no tienes de qué preocuparte, ya que por cierto, yo no lo estoy haciendo.

Después de eso, ninguno de los dos dice nada más.

La verdad es que mi mente ha ido entre Dean y Pierce, pero a decir verdad, cada que uno de ellos se me viene a la cabeza, directamente me obligo a pensar en otra cosa.

Estamos a sábado y se supone que el martes sale el vuelo a Madrid.

Y todavía no he hablado con Pierce.

De hecho no he vuelto a verlo desde la charla que tuvimos esa madrugada.

Hoy he traído la última de las cosas que me habían quedado en su casa, le he dejado las llaves a Harry, el conserje del edificio y le envié un mensaje avisándole, el cual no respondió.

No se si está manteniendo las distancias porque quiere darme mi tiempo para que decida lo del viaje o si algo más está pasando, de todas maneras tampoco tengo ganas de averiguarlo.

Con Dean..., bueno, de él si que no quiero saber, por lo menos por el momento.

Cada que sale una noticia de él en la televisión, cambio el canal, o si en el periódico aparece en primera plana, simplemente lo cierro, porque no quiero saber como va su compromiso, no quiero saber la unificación de su empresa con la del padre de Rebecca, no quiero saber que está logrando salir adelante sin mi.

Y no es por ser mala, o por que todavía duela —que si lo hace—, pero es solo que necesito no saber de él por un tiempo largo, esto es lo mejor, pero como dije una vez, Dean no se supera.

Nunca.

En fin, pasemos a lo interesante...

—¿Y qué pasó al final con el policía? —Pregunta Mika, con evidente curiosidad.

Gruño por lo bajo, pero es que Marcus es un grano en el culo, que me hace palpitar el chocho, eso si, pero un grano en el culo al final.

Y no, no es como si hubiera pasado algo, pero desde que había tenido esa charla con Isabella, mi chocho parecía cantar serenatas para él.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now