CAPÍTULO DIECINUEVE

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CHOQUE DE MUNDOS








—Isa, ¿qué quieres decir con que iremos a una fiesta de fraternidades?

—No entiendo cual es la parte que no entiendes si estas diciendo exactamente lo que vamos a hacer—dice ella, sin dejar de caminar.

—Pues eso exactamente, ¿por qué iremos a una fiesta de fraternidades? Ya no estamos en edad.

De todas maneras, mientras le digo aquello, sigo caminando a su lado.

Verán, es lunes: si, un día después de mi cumpleaños y vamos con Isa vestidas para otra fiesta, de todas maneras me di cuenta que hizo que nos vistiéramos distinto a como veníamos haciéndolo, estamos más..., ¿joviales? Esa podría ser una buena descripción.

—Vale, que nunca he tenido una fiesta de graduación, ¿si? Ni a nada de lo que debería haber ido cuando fui más joven. —Dice ella, un tanto exasperada. —Que quiero ir a una, quiero hacer todo lo que pueda antes de graduarme.

—¿Es por eso que vamos a colarnos en una fiesta de fraternidad? ¿No van a denunciarnos por ser mayores? ¿No es ilegal?

—Para con tantas preguntas —murmura ella seriamente. —¿Y como que van a denunciarlos? Son todos mayores de edad, igual que nosotras.

Me guardo el que seguramente nosotras somos más mayores de edad que todos los de la fiesta.

—Isa, que no lo sé —digo, dejando las bromas de lado—, que de seguro son todos muy chicos para nosotras.

—No son tan chicos —murmura y cuando clavo mi mirada inquisitiva en ella, rueda los ojos y agrega: —Vale, tal vez si son un poco más chicos que nosotras...

—¿Un poco? —Murmuro.

—Si, un poco —responde con firmeza. —Que todavía ninguna llegó a los treinta —sentencia.

—Esta bien, no te enojes —murmuro, todavía con mi brazo enredado con el de ella. —De todas maneras —sigo con mis preguntas, pero es que soy curiosa por naturaleza—, ¿por qué tus compañeros no hicieron su propia fiesta universitaria?

—Si hicieron —es todo lo que responde.

Estaaa bieeen, sacar las cosas a la fuerza será, entonces.

—¿Pero...?

Isa detiene su caminata, para clavar sus ojos celestes en los míos y murmurar.

—Se iban a juntar en una casa a comer comida pedida en un caro restaurante y seguramente comparar notas —murmura y cuando la miro sin entender qué demonios tiene eso de malo, agrega—, que yo quería divertirme, ¿esta bien? Que simplemente quería cometer alguna locura... —agrega, para acto seguido cerrar los ojos con exasperación y negar con la cabeza—, esto es una idea de mierda, mejor volvamos.

—¡Oye! —Me quejo cuando quiere cambiar de dirección. —¿Por qué quieres irte ahora?

—Por que estoy metiéndote en medio de esta idiotez —responde ella y me doy cuenta del sonrojo avergonzado en sus mejillas. —Es la idea más estúpida que tuve en mi vida.

—Isa —digo, deteniéndola cuando quiere volver a caminar en la dirección contraria—, si quieres ir a una estúpida fiesta de fraternidades, iré contigo, si quieres cometer locuras, quiero ser la primera en tu lista para acompañarte, pero no pretendas que te siga por todos lados sin antes preguntar —murmuro con seriedad—. No tiene nada de malo que quieras hacer esto, la vida es una, vívela de tal manera que no te arrepientas nunca por no haberlo hecho o quedado con las ganas.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora