CAPÍTULO VEINTICUATRO (PARTE DOS)

57K 5.2K 4K
                                    

NO SEAS TAN CRUEL CONMIGO, CARIÑO



Cuando entro al departamento de Pierce, me detengo en seco.

La imagen que tengo en frente simplemente me deja un poco fuera de juego: Pierce está con unos pantalones deportivos cortos, una remera suelta y los pies descalzos, mirando fijamente la televisión prendida frente de él.

Está observándola tan fijamente y con el cuerpo tan en tensión, que me doy cuenta que en realidad no está prestándole para nada atención.

Dean sin embargo, bueno, él tiene sus ojos clavados en los míos, un vaso de whiskey en la mano y la mirada enrojecida.

—Mira nada más quien llegó —murmura con la voz un poco borracha, sentado en una mesa ratona.

Termino de entrar, dejando las llaves en la mesita que hay en la entrada, quitándome el abrigo por los hombros para colgarlo en el perchero que también está en la entrada.

Por unos cuantos segundos nadie dice nada y lo único que se escucha es el murmullo de la televisión encendida, en una película que parece de acción.

—Buenas noches —es todo lo que digo, dirigiéndome a mi habitación.

—¿No vas a contarnos como te fue? —Se escucha la voz de Dean cuando estoy llegando a las escaleras y sé que se ha puesto de pie, aunque sin terminar de acercarse. —¿Siquiera lo besaste? —Agrega, largando luego una carcajada irónica.

No le respondo, primero porque no tengo ganas de hacerlo, de comenzar una discusión y segundo porque no es su maldito problema, lo dejo bastante claro hoy en la mañana.

Me dirijo rápidamente a mi habitación, subiendo las escaleras de dos en dos, y una vez dentro, suspiro con algo parecido al alivio, cerrando la puerta detrás de mí, antes de comenzar con la tarea de quitar mi ropa y maquillaje.

No me lleva mucho tiempo y cuando quiero darme cuenta, ya estoy metida debajo de las mantas, mis gatos acurrucándose conmigo, mientras yo no puedo evitar rememorar todo lo que pasó esta noche, que por más que comenzó siendo bastante difícil, termine pasándola bien, hasta me atrevo a decir que Marcus puede ser alguien agradable.

Eso es mentira, es más agrio que un limón. 

Marcus, si alguna vez lees esto, no fui yo, fue Patricia. 

Los minutos pasan y yo comienzo a dormitar, entrando en ese estado en el que no estoy completamente dormida, pero tampoco cien por ciento despierta, es por eso que mis ojos se abren confundidos cuando escucho la puerta de mi habitación abrirse.

Me incorporo, sosteniéndome con mi brazo cuando veo a Dean apoyarse con su hombro en la puerta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto, un poco nerviosa mientras enciendo la luz de la lámpara de al lado de mi cama.

No porque tenga miedo de él, sino por que no se que es lo que pretende.

—¿Qué estoy haciendo aquí? —Pregunta, medio tambaleándose. —La verdad es que no tengo idea de que demonios estoy haciendo aquí —confiesa en un susurro al final.

Tropieza con la alfombra, la botella casi cayéndose, su contenido por la mitad y me doy cuenta en ese momento de lo mucho que ha bebido.

—Demonios, Dean —suspiro, poniéndome de pie para ayudarlo y pensando en dónde demonios está Pierce cuando lo necesito.

—No me ayudes —dice, deteniendo mis pasos. Sus ojos me recorren el cuerpo cubierto solo por una camiseta fina  de tiras que me llega solo un poco por debajo de los muslos y unas bragas.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ