CAPÍTULO DOCE

67.4K 5.2K 5.1K
                                    

¡ARRIBA LAS MANOS, ABAJO LAS BRAGAS!




Cuando llegué al hospital esa mañana, Mika por suerte estaba solo.

¿Por qué digo por suerte? Pues porque necesitábamos planear que íbamos a decirle a sus hermanas.

¿Por qué? Porque ellas ya sospechaban de su sexualidad.

—Para mi con que nos besemos con lengua tendría que bastar —suelto, acomodando una almohada detrás de mí, con las piernas de Mika enredadas con las mías.

—No se lo van a creer —dice él, mientras le da un sorbo a la taza de té, haciendo una mueca de asco luego.

—Yo no tengo problema en meter un poco de mano —suelto, haciéndolo reír.

—Por supuesto que no tienes problema con ello —responde, riéndose, mientras abandona la taza en la bandeja y se deja caer a mi lado.

—Mika, ¿crees que me acepten? —Murmuro, un poco nerviosa.

Pero es que nunca tuve cuñadas.

Bueno, no es como que ahora tuviera, pero si me entienden.

—No tienes de qué preocuparte —responde él, haciendo una mueca dolorida una vez que se recuesta en la cama. —Son buenas personas y me quieren mucho, soy su hermano mayor.

—Pero ese es el problema —respondo, teniendo especial cuidado de no estarle muy encima debido a los dolores corporales que está teniendo—, te quieren a ti, no a mi.

—Pequeña... —susurra, mirándome con dulzura—, ¿cómo alguien podría no amarte a ti? —Pregunta y no puedo evitar sonreír a sus palabras dulces.

Nos quedamos un rato en silencio, ninguno dice nada, hasta que no puedo aguantarlo más y susurro: —Pase la noche con Dean.

Mika clava sus ojos negros en los míos, mirándome fijamente, antes de preguntar: —¿Follaron?

—No —respondo, rodando los ojos con fastidio. —Y no porque no quisiera, sino que el destino se empeña en no dejar a mi chocho tener una alegría.

—No puedo ver porque al destino le molestaría que quites un poco las telarañas de ahí debajo —me pincha él.

—¡Hey! —Respondo, golpeándolo en el brazo suavemente. —Me invitó a cenar este fin de semana —agrego sin pensar.

—¿Y porque tienes esa cara de cachorro mojado? —Pregunta él.

—Porque le dije que no —respondo con obviedad.

—¿Y porque hiciste eso? —Pregunta él, sin entender. —Te dije que te hicieras la difícil, pero tampoco para tanto —agrega, riéndose.

No respondo, porque en ese momento me doy cuenta de que va a enojarse cuando se percate de porque no acepte la invitación de Dean.

De todas maneras, Mika no tarda mucho tiempo en darse cuenta el porqué de mi negativa con él.

Y la cara se le transforma.

Y yo me siento una mierda.

—Minerva, por Dios, dime que no es lo que pienso —murmura.

—Ósea si, pero no —respondo, haciéndome la loca.

—Minerva —me reta.

—¿Qué? —Pregunto.

—Cómo, ¿qué? —Insiste. —Minerva, no puedes condicionar tu vida a mi enfermedad.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now