Maratón 1/3.

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56. Protección.

Ella se veía un poco diferente, aunque si rostro no había cambiado tanto, había algo que la hacía parecer distinta. Su cabello estaba más corto y en un tono castaño claro y ahora hacía más notorio su maquillaje. Claro, ya no estaba bajo las reglas estrictas de la escuela, pero había algo que se notaba mucho más, solo que no sabía que.

Me quedé paralizado al verla y de igual forma Sun Hee no pudo apartar la mirada. Estaba confundida y en parte, horrorizada.

—¡¿Qué haces aquí?! —fue lo único que pudo salir de mi boca.

—¡No! ¡¿Qué haces tú aquí?! —acentuó el Tú, incrédula— Se supone que... Se supone que...

—¿Qué sucede Sun Hee? —al lado de ella, un chico alto apareció, interrumpiéndola— ¿Es algún conocido tuyo?

El silencio volvió a estar entre nosotros, sin dejar de vernos. Supuse que su alma estaba teniendo muchos cambios, pero no podía verlos en mi forma humana. Caí en cuenta. Con lo desaparecido que estaba, era obvio que supuso mi muerte.

—Lo siento mucho, Sunbae ¿Podrías excusarme con los chicos? —le respondió Sun Hee, al chico.

—Claro... —el muchacho intercalo miradas entre ella y yo, mostrándose confundido, más no dijo más y se fue.

Ella volvió a mirarme y de la nada empezó a caminar hacia mí, con sus fijos e intranquilos ojos que no dejarían de mirarme. Me quedé estático mirándola, hasta que sentí una mano en mi hombro que me trajo a la realidad. Sun Hee se detuvo.

—¿Qué haces parado en medio como estúpido? —era Ryujin— Ya todos entraron.

Volteé a ver una de las puertas que daban a las salas de cine, alcanzando a ver un mechón azul que se perdió en la oscuridad. Sin embargo, mi interés por la película se esfumó y ya no tenía ganas de ver o hacer algo diferente que conversar con Sun Hee. Sentí que debía explicar algo.

—Deja de insultarme todo el tiempo, Ryujin —me quejé en un suspiro—. Entren ustedes, tengo algo más importante que hacer.

—¡Ja! Cómo quieras.

Cuando el chico rayo entro en la sala y ya no había más compañeros a la vista, reduje la poca distancia que quedaba entre Sun Hee y yo. El ambiente estaba incómodo así que saqué la mano que traía oculta en uno de mis bolsillos y la levanté a la altura de mi cara.

—Cuanto tiempo, Sun Hee —dije a modo de saludo, pero lo que recibí fue un golpe en la mejilla. No recordaba que ella tuviera tanta fuerza.

—¡Eres un maldito! ¡¿Tiempo?! ¡Un condenado año sin saber nada de ti! —expresó entre gritos.

La gente a nuestro alrededor se detuvo, mirando a la chica que de repente golpeó a un muchacho y le empezó a gritar.

Sobe mi mejilla.

Hasta cierto punto me esperaba está reacción, pero era un muy mal lugar para expresarla, ante la vista de mucha gente. Un centro comercial era el lugar menos indicado para conversar esta clase de temas tan delicados. 

—No has cambiado nada —fingí decepción—. No creo que este sea un buen lugar para que te desquites conmigo, la gente nos está mirando.

Ante mis plantas, Sun Hee miro a su alrededor, percatándose de las personas que habían detenido sus actividades para escuchar el aparente inicio de pelea. Se sintió avergonzada, calmándose de inmediato.

—Como sea. Tienes que darme una muy buena explicación —zanjó dándome la espalda y caminando hacia la salida del centro comercial.

No pude hacer nada más que seguirla, guardando algo de distancia. Juntos tomamos un taxi hasta la universidad en la que asistía, más específico, el dormitorio que estaba alejado del campus.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now