37. Gael.

34 8 39
                                    

El doctor Gael y nosotros, no podíamos quitar la mirada uno de los otros. Él nos miraba de una forma, que no podía explicar. Era la mezcla entre compasión, amabilidad, bonda y tenacidad, lo que no combinaba si se trataba de nuestro destructor.

Cuando no avanzamos hacía él, mientras nos esperaba, la enfermera empezó a intercalar la mirada entre él y nosotros. Era claro que no actuabamos como maestro y alumnos. Sentí un miedo en algunos de mis compañeros, lo que causó una sonrisa en el brujo. ¿Que le pasa a este sujeto?

—Profesor —dijo de repente Denovan, sorprendiéndonos a todos—. No sabía que había envejecido tanto, casi no lo reconozco —soltó una pequeña carcajada.

Casi todos soltamos una risa fingida, como apoyo a las palabras de Denovan, que rompió el hielo ante este ambiente tan incómodo.

—Los años llegan jóvenes, así que es mejor que me sigan —respondió el brujo, con mucha naturalidad.

Tragué grueso ¿Seguirlo? Era como pedirle a un marrano que avanzará al matadero por su propia voluntad y sin chillar, algo completamente imposible. Pero tuvimos que hacerlo, para no levantar sopecha en el personal del hospital, que ya nos miraban con sospecha.

Con sigilo y muy despacio, caminábamos detrás de él en fila India, hasta que se detuvo frente a una puerta de cristal y volteó a vernos, aún sonriendo.

—Pónganse esto —extendió tapabocas y algunos delantales—, no quiero que vayan a poner en riesgo la vida de mis niños.

Hicimos lo que nos pidió, confundidos por lo que estaba pasando. Su voz sonaba con tanta bondad y su rostro, parecía similar una persona buena, demasiado buena. No era nada parecido al de aquella vez, en el bosque del Amazonas.

El brujo oprimido un botón que abrió la puerta de cristal y dejo ver a muchos niños, distribuidos en varias camillas, por toda la sala. Lo seguimos hasta que se detuvo en una de ellas y una niña lo abrazo.

—¡Doctor! La medicina que me dió, me hecho sentir mejor —dijo la pequeña, saltando sobre sus rodillas en la camilla.

El brujo rio con ella y le despeinó el cabello con su mano, en señal de cariño.

—Eso veo —le respondió viendo algunas cosas en el monitor—. Estás llena de energía y todo está muy bien por aquí.

No podía ser el único que pensaba que esto no es normal ¿Es posible transformarse de esa forma? Gael parecía un gran médico y todos en el hospital le tenían tanto aprecio, que era casi imposible saber, que este sujeto era el encargado de matarnos. O peor aún, que podía tener el rostro de un sádico.

Nessie me codeó el estómago, llamando mi atención. Cuando volteé a verla, ella me hizo señas, como si quisiera que yo indagará algo, pero no logré saber que.

Blanqueo los ojos, harta de mi.

—Tonto, que mires su alma —susurró tan bajo, que ni el brujo se dio cuenta de su habla.

Torcí los labios al entender lo que quería ¿Cómo iba yo a saber que eso pedía con solo señas? A veces Nessie era extraña, pero me concentré en ver el alma del brujo.

En el Amazonas, el alma de él se veía fuerte, malvada, tenaz e invencible. Sin embargo, está vez, se veía con bondad, mucha paz y amor por los demás. Ladeé el rostro aún más confundido y les susurré el resultado a mis amigos, viendo la misma reacción que yo tuve, en ellos.

Esto me asustaba aún mas. El no poder saber a qué clase de sujeto nos enfrentábamos, era para perder la paciencia.

—¿Que los trae por aquí? —preguntó el brujo, volteándose para vernos con una sonrisa gentil.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now