2. Bruja.

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La repentina habla que tuvo la bruja me hizo explotar el cerebro. Nunca pensé que toda mi intensidad diera resultado. Me sentí victorioso. Al brinco de la pulga volví a sentarme en la silla restante de la mesa y la ví con cara de mongólico.

— ¿Qué dijiste? — subí dos tonos a mi voz — ¿Lixue? ¿Es ese tu nombre?

Ella asintió y la emoción recorrió mi cuerpo como si fuera sangre en las venas.

— ¡Hasta que hablas! — me provocaba sacudirla como muñeca de trapo.

Para mi suerte, esa fue la única palabra que dijo, nótese el sarcasmo. Pero eso no es para sentirse derrotado, estaba seguro de que esa mujer extraña debajo de esa capa ocultaba muchas cosas y yo, tenía mucha curiosidad por saber que misterios se guardaba.

Lixue... que lindo nombre.

Estoy de acuerdo contigo.

Volví a mi lugar de trabajo casi dando brinquitos. Sun Hee me miró extrañada y sin esperar un segundo se acercó a mí, ella era la reina del chisme.

— Mira nada más — colocó las manos en la cintura — ¿Qué te tiene tan repentinamente feliz?

Me acerqué a ella lo suficiente para que escuchara mis susurros.

— La bruja, me dijo su nombre.

La chica abrió la boca en sorpresa.

— ¡¿Qué?! — gritó — ¿Cuál es? — enterró sus uñas en mi piel para que hablara rápido.

— No te voy a decir — quería molestar a alguien más y había señalado mi próximo blanco, la chismosa —, sigue trabajando — sonreí para no reír y hacer que se enojara más.

— Imbécil — me insultó enojada — ¡Escúpelo! Quiero saber — puso manos orantes rogándome.

— Nada de nada, mira — señalé la entrada — llegaron los universitarios, toma su pedido.

Le mandé a tomar el pedido en un tono burlesco. Ella me maldijo en voz baja al mismo tiempo que cambiaba la cara de pocos amigos, todo era por los clientes.

Los universitarios siempre venían por manadas en las vacaciones de verano, y cuando ellos venían, toda el restaurante se volvía en una plaza de mercado que no aguantaba con solo dos meseros para atenderlos. Me vi obligado a abandonar mi puesto y ayudar a llevar las bandejas de pollo frito y cervezas por montones.

— ¡Zu Jung-na! — gritó el que se hacía llamar como líder del grupo que vino a celebrar. Me acerqué a él. Ya le conocía por su frecuencia en vacaciones.

— ¡Hyung! — saludé amistoso — Bienvenidos.

Deposite dos bandejas de pollo en su mesa, saludando también a sus dos amigos más cercanos que estaban en la mesa. Todo el restaurante se llenó de estudiantes.

— ¿Cómo van tus estudios para la universidad? — Hyung siempre se preocupaba por mi estudio para la universidad.

— Bueno, se hace lo que se puede. El trabajo ocupa mi tiempo después de la escuela — considerando que nos dejan libres a eso de las cuatro de la tarde.

— Esfuérzate, los exámenes este año están más pesados. Sé que puedes entrar.

— Muchas gracias — agradecí sus buenas palabras.

Me gustaba cuando ellos visitaban el lugar, llenaban todo de alegría con sus canciones extrañas y sus anécdotas universitarias. Soñaba con entrar a la universidad de Seúl, pero para ello tendría que esforzarme en el examen y luego mudarme a la ciudad, ya que en este pueblo no tendría futuro si me quedaba. Era un pueblo pequeño de Gyeongsangnam-do, con pocas escuelas y sin universidades.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now