31. Ataque.

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Lixue no tuvo ninguna reacción al su cuerpo ser rodeado por mis llamas. Todo lo contrario, parecía mucho más seria de lo que siempre era, mientras me miraba fijamente.

Sonreí al instante. Lo había logrado.

—¡¡Ves!! —corrí a ella— Mis llamas ¡No pueden quemarte!

Daba brincos al rededor de la congelada, admirando el éxito de mi truco. Me detuve a unos centímetros de la cara de Lixue y espere alguna respuesta. Pero bien la conocía, porque no dijo nada.

—¿Quieres que te explique cómo funciona? —pregunté emocionado.

Ella asintió de manera lenta.

—¡Genial! —tomé aire— Lo primero que hice es: canalizar mis sentimientos. No me gusta que el fuego siempre sea catalogado como destrucción y consumo excesivo hasta reducir todo a cenizas —fingí tristeza— ¡Es por eso! Que inventé un nuevo poder, y lo llamo ¡Barra de calefacción protectora ante los enemigos que vengan!

—Eso es muy largo —opinó ella.

—Lo se —levanté las cejas y cambié mi expresión a orgullo—, pero me encanta —solté una risita—. Cómo te decía: después de elegir ese encantador nombre, necesitaba probarlo.

—¿Así que me utilizaste como conejillo de indias?

—¡Por supuesto! Digo.... ¡No, ese no es el propósito! —reduciendo los pocos centímetros que estaba de Lixue, la sujete por ambos hombros— Dime ¿Te sientes calientita?

—Mas de lo que prefiero —contestó en tono helante.

Sonreí de oreja a oreja, al ella decirme que si había funcionado. La tomé de las manos —teniendo en cuenta que aún estaba rodeada por mis llamas— y empecé a dar vueltas, obligándola a ella a hacer lo mismo. Me emocionaba cuando descubría una nueva habilidad con mi fuego y me encantaba aún más, que Lixue siempre los viera, aunque pareciera no importarle nada.

Me detuve en seco y desaparecí la sonrisa.

—Me faltó hacer algo —miré a mi iglú.

—¿Otro experimento? —me escudriñó de reojo.

—¡Así es! Que habladora estás hoy —con mis manos, apreté sus dos cachetes con fuerza—. Aléjate un poquito, probaré algo.

Lixue hizo lo que le pedí, caminando de espaldas hasta que creyó que se había alejado lo suficiente de mi. A continuación, tomé varias rocas que allí habían y las lancé con toda mi fuerza, en su dirección.

Tal y como lo había imaginado, la barrera que rodeaba a Lixue, logró desintegrar hasta las rocas y proteger a lo que rodeaba. Sonreí con malicia, quería aludir de mi nuevo poder con todos.

—Esto es increíble —sostuve mi cadera con las manos, inflando el pecho de orgullo—. Yo soy increíble.

—Como sea, deshaz esto ahora —ordenó Lixue, con su voz incambiable.

—Oh, claro.

Tronando los dedos, deshice las barrera de fuego que rodeaba a la congelada.

Caminamos de vuelta a la casa, pero antes de entrar por la puerta de la cocina, escuchamos un estruendo en el jardín delantero. Lixue y yo nos miramos.

Cómo si fuera tan fácil, sentí al instante la presencia de diferentes almas color naranja, que se acercaban a la casa. También ví a mis compañeros salir a toda velocidad de adentro y ponerse en posición.

—Parece que tendrás nuevos conejillos de indias —comentó Lixue.

—¿Que está sucediendo?

Espíritu DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora