33. Huída.

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La nieve aunmento y la temperatura bajó. Hacia tanto frío, que la excursión tuvo que cancelarse, para que todos volvieran a su casa a protegerse. Sin embargo, cuando el maestro encargado se dió cuenta de que Lixue había desaparecido, no tardó nada en llamar a las autoridades necesarias para su búsqueda.

La congelada estaba en el ataúd de hielo, durmiendo. Mientras la nieve empezaba a enterrarla, podía ver cómo su cabello cambiaba de color, al igual que su piel y algunas características más. La Lixue que conocí, empezaba a tomar forma de a poco. Me preguntaba si mi cambio fue similar al de ella.

Y no pudieron encontrarla. El clima no facilitaba la búsqueda y aunque trajeron animales de rastreo, les fue inútil encontrar algún rastro en la nieve. Veía a la compañera de Lixue llorar, esperando a que la encontrarán, mientras los responsables no dejaban ni el humo en su huída.

Quería poder gritar y señalar a aquellas personas horribles, pero me obligaba a mi mismo a recordar que eran recuerdos de Lixue. Ya no podía hacer nada aunque quisiera.

Tenía solo doce años. Estaba tan delgada que sus huesos podían notarse y nunca se quejo de nada. Llegué a entender que a pesar de todo, esa mujer era el único lazo sanguíneo que tenía. Deduje su miedo al enfrentarse a una sociedad que tampoco la aceptaba y que incluso, podían ser peor que su mamá.

Dolía demasiado pensar que ella elegía el escenario menos peor. Y no es de extrañar, seguía siendo solo una niña, a la que le prohibieron hasta vivir.

Los maestros no tuvieron más opción que volver con los demás estudiantes, dejando a la policía encargada de la búsqueda. Una semana pasó, antes de que Lixue pudiera abrir los ojos, desorientada. Puso una de sus manos en su frente y cerró los ojos por un segundo, respirando con normalidad. Miró a su alrededor, saliendo del bloque y de la nieve.

Se levantó de inmediato, causando que sus pies se tambalearan un poco, a causa de un mareo. Espero unos minutos más y empezó a caminar, de regreso a casa.

La señora Wú casi se muere de un infarto, al verla. Frunció el ceño, más que las otras veces y la entro a la casa, halándole el cabello.

—¡¿Que hiciste?! —gritó.

—Nada que no estuviera destinado a pasar —respondió fríamente, Lixue.

—¿Causaste daño a alguien? ¡Más te vale que no haya pasado...!

—No te preocupes, Wú —le interrumpió—. Ellos están bien, pero no por mucho tiempo.

—¿Que estás planeando, niña?

—Nada que pueda levantar tu mínimo interés.

Era la conversación más larga que había visto entre Lixue y su madre. La señora parecía más enojada de lo que alguna vez estuvo, pero cada latigazo que le daba en la espalda, no causaba ni el más mínimo rasguño, en Lixue.

De nuevo, la arrastró hasta la puerta del sótano y la obligó a entrar. Lixue entro sin protestar, y allí se quedó de nuevo, en la oscuridad. Su madre sabía que no podría estar allí mucho tiempo, porque su búsqueda seguía en pie y no tardarían en saber que ella ya estaba en casa. Tendría que volver a la escuela y detener a las autoridades, para que no fuera peor.

—Si usas tus poderes, aunque sea una vez —zanjó la madre—, matarás a todos.

Lixue guardo silencio.

—¿Entendiste? —la congelada asintió— Bien. Ahora, tendrás que aprender a ocultarte.

Y allí le enseño: Como colocar una peluca, maquillarse y actuar como cualquier humano normal. Después, la mando a clases otra vez, no sin antes darle un montón de abvertencias en caso de que ella quisiera usar sus poderes.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now