60. Amistad.

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Cuando vi el ceño de mis amigos, arrugarse, decidí explicar mis repentinas palabras.

—No lo dije para defenderlo o algo así —sacudí las manos, tratando de excusarme—. Si lo mencioné es porque es verdad. Cuando Denovan me mostró el destino que tuvieron todos los dragones antes de nosotros, lo que más note es que el brujo no les daba ni una oportunidad y es distinto con nosotros. Gael ha actuado extraño, se va de repente, no nos persigue y muchas veces no ha podido matarnos, es por eso que estamos aquí.

—En ese sentido si tiene razón —me apoyó Ryujin—. Por ese lado hemos corrido con más suerte.

—Pues entonces no hay que desaprovechar esa oportunidad, ya sabemos lo que causa el anillo —Denovan masajeó su barbilla—. Podremos hacer algo al respecto.

Sonreí internamente. Descubrir que la principal fuerza del brujo hacia nosotros venía del anillo, era la señal que necesitaba para saber que estaba en la dirección correcta. En definitiva, mis deseos de salvar a todos por igual, crecían de manera rápida y cada vez, me sentía más fuerte para afrontarlo.

—¿Y ya podremos regresar a casa? —preguntó Keira.

—Creo que sí —le respondió Killiam.

—Tengo algo que terminar primero —en ese instante, el recuerdo de Abdón volvió a mi mente.

Solo pasaron unos cuantos minutos más, para que Abdón volviera al mismo lugar, donde estábamos nosotros. El tiempo que me había dado terminó. Para entonces, mis compañeros ya no estaban a la vista y tampoco podían ser sentidos.

Sosteniendo el anillo en mi mano, lo devolví al encargado de entregarlo. Él me miró con malicia, como si tratará de descifrar que había hecho en ese tiempo que le pedí, más no podía asegurarlo y tampoco me preguntó.

—Bien, terminemos esto—me dijo.

Asentí con emoción, subiendo de nuevo al caballo y yendo al sitio asignado, dónde se encontraba la única familia de brujos que dejaron viva después de la guerra.

Llegamos hasta un lugar apartado, en una llanura que se extendía hasta ser perdida de vista. Miré con ojos de asombro y admiración, el paisaje era hermosos y de un color verde muy intenso. La brisa en mi cabello se sentía llena de paz, como si te diera energías. Toda la vibra en este lugar era tan agradable, que deseaba que durará por mucho tiempo.

Cuando estuvimos frente a la puerta de una pequeña casa rodeada por corredores llenos de flores en diferentes jarrones, no hubo necesidad de tocar la puerta, porque ya sabían que estábamos ahí. Esta gente tenía muy buen gusto, la casa era preciosa por dentro y por fuera, pintada de tantos colores llamativos, que era impresionante, lo que no se suele pensar cuando dicen "brujos".

Seguí a Abdón cuando se animó a entrar. Él se dirigió hacia la pequeña sala a la vista desde la entrada y cuando estuve dentro también, note a una amable mujer que nos sonreía mientras nos esperaba. Ella era joven, de cabello negro ondulado y no tan largo, su cuerpo no podía definirse entre delgado y corpulento, ya que parecía ser una mezcla de los dos. De piel trigueña y baja estatura, vestía con ropa bastante peculiar.

Justo detrás de ella, apareció un hombre de gran tamaño, con rostro que no parecía muy amable y con aspecto algo cansado. Su piel tenía varias heridas que no parecían sanar del todo, resaltando su piel morena. Al lado—Su majestad —se inclinó el patriarca—. Bienvenido seas.

—Gracias por recibirnos —Abdón sujetó el hombro del hombre, demostrando su amabilidad—. Disculpad nuestro retraso, se han presentado algunos imprevistos no planeados —sé que se refirió a mí.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now