23. Solución.

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Extendí las manos para rechazar el gesto de la amable señora, sonriendo.

—Oh no, debió esforzarse mucho al hacerlos —negué—. No puedo aceptarlos.

—Es el último par, no pasa nada.

—Pero...

—¿Rechazaras el regalo de esta anciana?

La señora me hizo sentir vergüenza con sus palabras. Solo no quería hacerle perder todo el esfuerzo y material en los pendientes, eran realmente lindos.

—Solo es un par de monedas menos —insistió.

Sonreí convencido por su insistencia, no la rechazaría más. Inclinándome en un amplio gracias, recibí la bolsita con ambas manos y la guarde en el bolsillo de mi pantalón.

Cuando me despedí de la señora un par de veces, camine hacia la plaza donde encontraría la mejor carne fresca.

La calle estaba llena de gente que venía visitado los puestos para hallar el mejor alimento al mejor precio. Cómo pidió Evan, active más mi olfato mientras daba pasos por todo el lugar, siguiendo el mejor aroma.

—¡Pollos! ¡Pollo criollo! ¡Lleve tres y pague dos! —gritaba un hombre a todo pulmón.

Pollo frito es igual a Lixue feliz ¡Y en oferta!

Mi paso se apresuro, tratando de guiarse por los gritos del vendedor. Llegué al puesto donde estaban unos cuantos pollos grandes y gorditos, justo cómo le gustaban a la congelada.

—¿Criados con maíz o purina? —pregunté.

—Maíz al cien por cien, joven ¿Quiere que le mate uno? —tomó al animal por las patas.

—¡No, no! —sacudí las manos— Los llevaré así como están.

Evan se encargaría del resto, no podía ver cómo este hombre mataba un par de pollos frente a mi. Elegí los más grandes y bonitos de todos, sujetando la jaula con fuerza al terminar de pagar.

Levanté la lista para ver las siguientes carnes:

✓Pescado.

✓Pulpo.

✓Pollo.

✓Res.

✓Cerdo.

✓Camarones

✓Jamón

✓Tocino

✓Morcilla

✓Chorizo recién hecho.

Con las compras en la mente, recorrí toda la plaza. Tarde un buen rato en completar todo lo que estaba escrito en el papel, llegando con un montón de bolsas al punto de encuentro que había acordado con los otros.

Por mi tardanza, pensé que sería el último en llegar y que todos me apalearían por hacerlo. Pero para sorpresa mía, solo estaba Evan allí, cruzado de brazos esperando.

—Eres el primero en llegar —dijo relajado mirando su reloj.

Mi vista solo se pudo centrar en el montón de paquetes que traía este chico. Eran demasiados ¿Lo cargo todo él solo? Empecé a dudar de sus limitaciones humanas.

Esperamos a los otros al rededor de media hora, hasta que aparecieron de uno en uno, con las compras.

De camino al callejón dónde podríamos volver a casa, Zephir no paro de hablar sobre el montón de clases de sales que habían y que no sabía cuál era la correcta "¿Refinada? ¿Marina o la rosada? Flor de sal, sal negra, ahumada, maldon y aromatizada. ¡Joder! que montón de sales". Decía.

Espíritu DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora