3. El despertar de un dragón.

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Desorientado. Esa es la palabra que describía a la perfección lo que sentía en ese mismo instante.

El cuerpo se rehusaba a responderme. Con mucha dificultad había logrado abrir los ojos, después de no sé cuánto tiempo estar dormido.

Lo primero que vi al abrir los párpados, fue a una chica de cabello corto color negro, aplicando algo en su rostro frente a un espejo. Ella al notar mi mirada, volteo a verme, pero no duro mucho tiempo en hacerlo. Siguió en su actividad y una vez que termino de arreglarse, tomó un bolso.

— El desayuno está en la estufa, caliéntalo — escuché su voz en forma de eco. Las palabras que decía llegaban más tarde a mis oídos.

Sin decir más, salió del lugar, dejándome solo. No preste mucha atención a lo que estaba sucediendo, porque me sentía soñoliento y eso pudo más que mi voluntad. Caí de nuevo, profundo.


🐉


Despierta Zu Jung.

Como si fuera una orden, abrí los ojos de inmediato. Volteé la mirada a un costado de la cama, la chica que había visto hace un rato, me miraba casi sin parpadear.

— ¿Dónde estoy? — pregunté de manera perdida, no entendiendo nada de lo que pasaba a mi alrededor.

Fragmentos de lo que había pasado llegaban a mi memoria, causándome dolor de cabeza.

Las llamas de la freidora.... La parada del bus ... el bosque... el cuchillo... Dios...

¡El cuchillo!

Me incorporé en la cama a una velocidad exagerada, aumentando el dolor de cabeza. Palpé mi pecho dónde había sufrido la puñalada, pero está ya no estaba. Confundido por esto, levanté mi camiseta para ver la piel. Nada. Ni un solo rasguño o cicatriz, no había evidencia de lo que había pasado.

¿Acaso fue un sueño?

— Estás en mi casa — respondió unos segundos después la mujer.

La miré de manera fija ¿Quién era está persona? ¿Cómo llegué a su casa?

— ¿Quién eres? — los nervios me impedían hablar con normalidad.

— ¿Te sientes fuerte para escucharlo? Acaba de ocurrir tu despertar — su voz era tan calmada y al mismo tiempo ausente de emociones. Era como si la mismísima tristeza hablara, pero por alguna razón, no parecía triste.

Su pregunta me dejó aún más confundido. No entendí a qué se refería con despertar, fuerza o algo de eso. Sin embargo, quería saber que sucedía y porque tenía esos recuerdos de mi envuelto en llamas, caminando hacia el lago.

— Por favor, quiero saber que sucede — insistí.

— Eres un dragón Zu Jung. El día que fuiste capturado por los traficantes de órganos, abandonaste el cincuenta por ciento de tu humanidad, al ser apuñalado. Esa acción provocó tu despertar, porque respondiste al llamado de tu dragón.

¿Llamado de mi dragón? ¿Abandonar mi humanidad? Esto es una locura. No solo me vi morir, sino que ahora estaba en la casa de una loca, hablando de dragones como lo hace Sun Hee.

Solté una carcajada tan fuerte, que tuve que detenerme al sentir estallar mi cabeza.

— Estás... loca — pronuncié mientras masajeaba mi sien —, los dragones no existen. No es más que una leyenda.

La chica me miró sin expresión alguna. Su rostro se veía relajado y parece que nada puede hacerle cambiar aquel gestó.

Sin decir nada, se levantó de dónde estaba y se acercó a mi. Llevó la mano hasta su cabello y tiro de el con fuerza. Era una peluca.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now