1. Leyenda.

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... Akatosh, fuego. Zhraxta, tierra. Shapira, hielo. Vhagar, aire. Kelpie, agua. Urabos, oscuridad. Naga, naturaleza. Zhoglor, tormenta. Desde tiempos antiguos suele contarse una leyenda, aquella que surge desde la época en las que las peores guerras azotaban al mundo bajo el poder. Todos los reinos levantaron espadas en guerra por el título de único dueño de todos los reinos.

Ante la escasez de comida y la perdida humana causada por la guerra, un grupo de rebeldes provenientes de todos los reinos se levantaron en contra de los reyes para dar fin a la pugna. Debido al poder maligno obtenido por los reyes, los guerreros emprendieron la búsqueda de aliados que pudieran dominar los ocho elementos. 

Los dragones, criaturas extrañas y de gran poder, accedieron a aliarse con los humanos con tal de proteger a todas las criaturas indefensas. Pero no todo les fue fácil. Aun con la ayuda de las ocho bestias, el ejército de rebeldes fue disminuyendo hasta solo quedar los ocho guerreros más valientes y fuertes.

Un pacto con los dragones fue hecho, brindando ocho hijos de dragón que nacerían cada cien años. A través de una marca solo reconocible por la madre al dar a luz, será recordado el pacto hecho por los antepasados. Un poder, una bendición dada de manera estricta para el bien.

Sin embargo, todo se trastornó cuando una generación se corrompió, usando sus poderes contra el bien, sumergiendo a la humanidad al peor de los miedos. Por su pecado, fueron condenados, obligados a morir a manos del brujo, la nueva esperanza de paz en el mundo. Solo él podía detener a los dragones, solo él poseía tal poder para destruirlos. Fue allí donde los hijos de dragón...

—¡Basura! —Tiré el libro por encima de mi cabeza— Que historia tan patética ¿No tienes nada mejor Sun Hee? —miré a mi compañera de trabajo con el ceño fruncido.

—¡No lo llames basura, pedazo de imbécil! —ella corrió hasta el libro en el suelo y lo levantó como si fuera un tesoro, limpiándolo con el delantal de mesera— ¡¿Tienes idea de cuánto me costó?! Casi la mitad de mi mesada —me miraba enfurecida.

—Compras basura barata, solo es una leyenda más de dragones —limpié el mesón donde la gente venía a hacer su pedido.

—Yo no estaría tan seguro —por la puerta que daba a la cocina, mi jefe salió a darnos las últimas instrucciones antes de abrir.

—¿Usted cree en esta historia jefe? —no oculté la risa que me dio al pensar que aquel hombre ya medio viejo, creía en fantasías como esta.

El hombre llegó hasta la silla de la mesa más cercana y se sentó calmado mirándonos. Sonrió lascivo perdido en el espacio, tal vez estaba recordando viejos tiempos o quien sabe cuanta cosa, a veces pienso que él es medio raro, pero me da de comer, así que me trago mis comentarios. 

—Cuando yo era joven, mi bisabuelo no paraba de contarme esta historia. En ese tiempo no se tomaba como mera leyenda la existencia de los hijos de dragón —Sun Hee se acercó a él, dispuesta a escuchar todas las palabras del viejo—, aunque se tome ahora como leyenda, es lo que ellos quieren, de esa forma nunca podrían ser descubiertos por el brujo. Cuando los dragones transmitieron sus poderes a los ocho guerreros, lograron acabar con la guerra y desde ese instante, todos los hijos de dragón fueron venerados, tratados como reyes en cada reino.

—Si fue así ¿Por qué apareció el brujo entonces? Es verdad que sus deseos fueron corrompidos, pero si los dragones ya no existían ¿Cómo pudo nacer de nuevo en la generación siguiente? —preguntó la chica curiosa.

—El pacto que se hizo, fue bajo la condición de que su poder solo sería usado para el bien del mundo, de lo contrario, el juicio se levantaría contra ellos. Y así paso, cuando la generación mala uso su poder en contra del pacto, fueron castigados con la muerte no solo para ellos, sino para todo su núcleo familiar. La razón por la que sigue surgiendo el brujo con cada generación, es un misterio. Pero algunos dragones pasados, lograron saber que todo eso pasó porque forma parte del castigo. Es como una maldición familiar, al una generación romper el pacto, no solo se condenaron a ellos mismos, sino a las generaciones venideras.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now