8. Huye lo más lejos que puedas.

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Llegamos al departamento de Lixue y tomamos lo que pudimos entre el afán de salir corriendo de allí, tan rápido como alma que lleva el diablo.

Habíamos llamado demasiado la atención al tener el enfrentamiento con dos enviados del brujo, por lo cual, nuestras vidas dependían de un delgado hiló. Afortunadamente, los huesos que llevaba rotos, estaban sanando y aunque aún parecía banano machacado, podía huir más rápido que un humano normal.

— Tengo lo necesario, vámonos — dijo Lixue recogiendo los dos maletines.

Asentí ante su orden, saliendo del lugar sin llamar mucho la atención de los vecinos. Tomando un taxi, llegamos hasta el aeropuerto en el siguiente pueblo, donde compraríamos el primer boleto hacia Quingdao en China. Lixue se acercó hacia la ventanilla dónde compraríamos los tiquetes mientras yo sostenía el poco equipaje.

— Dos tiquetes a Quingdao, por favor. — pidió la blanca.

— Necesitaré los pasaportes. — dijo la vendedora, con una amplia sonrisa.

— Claro. — Lixue buscó entre su mochila y sacó los dos pasaportes falsos correspondientes a Kim Hee Ra y Lee Sung Jo.

La señora de la agencia monitoreo en el sistema, observandonos de reojo un par de minutos después. Su mirada se clavo en mi, y la entendía, mi aspecto golpeado y maltratado, podía hacer creer a cualquiera que me fugue del hospital luego de armar una guerra en prisión. Sonreí incómodo por la mirada, tratando de parecer normal.

— Hay un pequeño problema con los pasaportes — dijo la señora después de quitarme los ojos de encima.

Lixue frunció el ceño por un milisegundo, lo que me hizo entender que estábamos en problemas grandes, porque nunca había mostrado alguna expresión distinta a la frialdad de siempre. Pero este gesto fue casi imperceptible, así que la señora, no lo notó.

— Está bien, seguro es una falla del sistema — respondió la nevera después de pensar. Todo en cuestión de segundos.

— Esperen aquí, iré por el encargado.

La señora de la agencia se levantó de su asiento y desapareció por una puerta detrás de ella, dejándonos solos. Lixue con agilidad, tomo ambos pasaportes de un manotazo, guardando los en el bolso. Luego, me agarró del brazo.

— Corre. — ordenó.

No tuve que pensar nada. Mis pies se movieron tan rápido al correr, tratando de seguir el paso de la chica que era mil veces más velos que yo. A esta altura, ignoraba el ligero dolor que aún sentía por mis lesiones. Era mucho más importante escapar del aeropuerto, y lo más importante, escapar de Corea.

No era por pesimismo, pero ver el panorama en el que nos encontrábamos, era desalentador. Dos chicos en un aeropuerto llenos de cámaras de seguridad y con policía a pocos pasos de allí, dudo que salgamos de aquí de manera silenciosa. Sin embargo, no dejamos de correr.

Paramos en seco cuando vimos a unos cuantos guardias a varios metros, en la entrada. Busque en la mirada de la chica, el siguiente paso a seguir, pero no pude concluir nada.

— ¿Cómo saldremos de aquí? — empezaba a alterarme. El vacío en el estómago se hacía más grande al vernos acorralados.

— No lo sé. Es un aeropuerto muy pequeño. Tiene diez posibilidades de salida — ella me señaló cada una de ellas —, para los civiles es la que conoces, de resto, solo se permite al personal — apretó mi muñeca —. No te alteres.

¿Eso que significa? Aplicó presión en su agarre. Arrugué las cejas en respuesta, por una vez más, buscando explicaciones.

— ¿Cómo quieres que no me alteré? — hice un esfuerzo para no levantar el tono de mi voz —. Estamos arruinados, las cámaras ya nos grabaron. Nos atraparán

— No, no lo hicieron. No deje que pasará. nuestros rostros no podrán ser vistos en las cámaras.

Gracias a Dios, al menos uno de los dos si usa el cerebro como debe ser, benditos sean los poderes mentales de esta chica.

Aunque sus palabras me dieron un pequeño alivio, mi alteración no mermo. Y sin darme cuenta, unas pequeñas llamas, surgían de entre mi piel. Lixue abrió los ojos al verme y se abalanzó contra mi 

Cerré los ojos.

Sentí un frío que se me coló entre los huesos, haciéndome titilar hasta el alma.

Espíritu DragónWhere stories live. Discover now