D.M.P.S.Q.S.V.P.D.D.R

Capítulo 136: Me gustan mucho los hombres viejos

An Qingyan vio sin querer al conejo tallado en madera en la mesilla de noche, el tallado de madera salió de la nada y apareció de repente en su mochila escolar cuando tenía ocho años.

Agarro el tallado de madera y frotó con las yemas de los dedos el cuerpo pulido y suave del conejo, levantó los ojos para mirar al hombre y parpadeó: "Hermano Fei, este tallado de madera no será un regalo tuyo, ¿Verdad?".

"Correcto". Gu Fei asintió.

Esto era algo que había puesto en secreto en la mochila de An Qingyan el día que se fue a estudiar al extranjero en aquel entonces, queriendo originalmente sorprender al chico, sin darse cuenta de que había olvidado todas estas cosas.

Miró los ojos del adolescente enrojecidos por el llanto y su nariz roja, y dijo con una ligera carcajada: "Pensé que te parecías mucho a un conejito blanco en ese momento, y te parecías aún más cuando llorabas".

"Qué ah ......"

Las mejillas de An Qingyan estaban ligeramente calientes, siempre sintió que había otro significado en las palabras de Gu Fei, la última vez que el hombre le dio un gran caramelo de leche de conejo blanco, también dijo que cuando lloraba sus ojos estaban rojos y parecían un conejito.

An Qingyan: "No te gustaba en ese momento, ¿Verdad?"

Gu Fei: "......"

"¿Crees que el hermano Fei es un pervertido?" El hombre curvó sus delgados dedos y golpeó con impotencia la cabeza del adolescente: "En aquella época sólo tenías ocho años, eras un hermano pequeño".

Gu Fei siempre había sido así desde pequeño, no le gustaba estar cerca de las personas y prefería quedarse en un lugar tranquilo y hacer sus cosas, hasta que una tarde tranquila encontró a un niño escondido en la oscuridad y espiándolo.

En ese momento, pensó que el niño era realmente molesto, pero también era un buen chico, que vestía ropas mal ajustadas y blanqueadas, y su manita sacó un caramelo de ciruela del bolsillo y lo deslizó cuidadosamente en la palma de su mano.

Gu Fei era hijo único y no tenía hermanos.

En ese momento, vio que el niño era un poco lamentable, delgado y pequeño, pero también muy bien educado y lindo, por lo que consideraba a la otra parte como su hermano menor.

De vez en cuando hablaba con el niño y le llevaba bocadillos, y cada vez el niño se ponía tan contento que sus grandes ojos oscuros y brillantes sonreían como lunas crecientes.

Sólo se conocieron durante menos de dos meses, hasta que Gu Fei se fue al extranjero y rompieron el contacto por completo.

El tiempo pasó como un caballo blanco, han pasado tantos años.

Para Gu Fei, el niño que entonces aún era Lin Qingyan no era más que un visitante pasajero en su vida, sin importancia, pero cuando ocasionalmente revisaba el álbum de fotos, pensaba en el niño de cejas curvadas cuando sonreía.

No fue hasta hace unos meses que se volvieron a encontrar.

Lin Qingyan, de diecinueve años, seguía vestido con ropa blanca lavada, y cuando sonreía, sus oscuros y claros ojos de flor de melocotón seguían curvados, y seguía tan bien educado como siempre.

Estaba sentado solo en el borde de la carretera, comiendo un bollo al vapor, y su delgada figura tenía un aspecto extraordinariamente lamentable e indefenso.

Gu Fei no era una persona amable y no se limitaría a llevar a un desconocido sin hogar a su casa, pero lo reconoció como un hermano menor que había conocido cuando era joven y se sintió movido por la compasión en ese momento.