8. María Gómez

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María Gómez Sanabria es de ese tipo de personas que nos gustaría tener siempre cerca. Es cariñosa, simpática, amable con cualquiera, tiene un corazón que no le cabe en el pecho y su empatía con los demás es admirable. Pero también, tiene ese carácter tan característico de los Gómez. No se deja pisotear y se mantiene firme en sus convicciones cuando cree tener razón, lucha por lo que cree y no duda en enfrentarse a cualquier injusticia que se le presentara, sobre todo en aquel mundo de hombres en el que había conseguido abrir su negocio.

Adoraba a su familia por encima de todo, a sus padres que eran su ejemplo a seguir, a su abuelo que era su faro en esta vida, y sobre todo a su hermana pequeña, que aunque la sacaba de sus casillas, no podría vivir sin su risa ni su compañía, aunque era cierto que esa risa se había ido apagando sobre todo en los dos últimos años.

Terminó de limpiar la última parte de la barra que le quedaba y sacó su móvil para mirar la hora. Era casi cerca de la hora de comer, que siempre era cuando menos gente había en el King's, así que decidió dejar a Miguel solo e irse a casa. Una de las características de María, su tenacidad, la había hecho dueña de aquel local después de mucho sacrificio. Estudió económicas, porque siempre se le dieron bien los números y era muy buena estudiante, pero conforme terminaba la carrera, se dio cuenta de que no quería trabajar para nadie, quería ser su propia jefa y montar un negocio. Así que, tras muchas negociaciones y una buena cantidad de dinero que sus padres le prestaron y que ella no tardó en devolver en cuanto pudo, consiguió comprar el King's, ya que se había pasado años trabajando ahí, más el negocio familiar, conocía de sobra la hostelería como para poder llevar un negocio sola. Pero, además, para poder ayudarse, hizo un máster en Marketing, lo que le ayudó a hacer un lavado completo de cara a la imagen del lugar y atraer a un público mucho más joven.

Mientras caminaba de vuelta a su apartamento, pensaba en qué podría hacer para cocinar, pero no estaba muy segura de quienes habría en la casa. Amelia había empezado a trabajar en aquel grupo de teatro que Natalia le recomendó, aunque no ganaba mucho ya que hacían pocas representaciones y las que hacían eran más bien para eventos concretos o fiestas infantiles, pero se notaba de lejos que a la ojimiel le encantaba. Se tiraba prácticamente el día entero ahí, así que no estaba segura de si vendría a casa a comer. Por otro lado, suponía que su hermana estaría ahí, aunque tampoco estaba segura. Había tres opciones: que estuviera en casa estudiando para los últimos exámenes que le quedaban de carrera, que estuviera en aquel otro lugar del que solo sabía ella, o que su novia la hubiera secuestrado. Aunque prefería la tercera opción a que fuese Bea la que estuviera en casa.

Abrió la puerta del apartamento y no parecía haber nadie. Menos mal, empezaba a estar cansada de entrar en casa después de un largo día y escuchar las discusiones de Amelia y Luisita. Sabía que Amelia le respondía porque no se podía quedar callada ante ciertos reproches sin sentidos de Luisita, aunque también sabía que también le gustaba chinchar a la rubia. Pero siempre, siempre, era Luisita la que empezaba la pelea.

Se metió en su habitación para quitarse la ropa y ponerse cómoda, que, aunque ella misma había elegido como uniforme del King's unos vaqueros y camisa negra a conjunto, algo con lo que pudiera trabajar cómoda, necesitaba liberarse de aquellas prendas. Una vez cambiada, sacó su móvil y chequeó aquella aplicación para ligar que tenía y ver los mensajes que tenía pendientes, que no eran pocos. María era una chica ligona, con esa personalidad arrolladora y ese físico, como para no. Pero, a pesar de ello, nunca había tenido una relación, ni estable ni esporádica. Nunca se había enamorado, pero no era algo que la atormentase, ni mucho menos. Creía en el amor, con los padres que tenía era imposible no hacerlo, pero simplemente no había llegado el suyo. Ni lo buscaba ni lo esperaba, si algún día conocía esa persona, bienvenida sería, pero mientras tanto, disfrutaba de su soltería sin ninguna sensación de que aquello fuera sinónimo de estar "sola".

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora