34. Cicatrices

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La tarde ya había llegado a su fin y ella seguía en el sofá leyendo un libro en pijama. Se había pasado toda la mañana en el teatro, pero por la tarde decidió descansar en el apartamento, aunque ahora se arrepentía. La soledad había sido una fiel compañera de Amelia durante demasiado tiempo, por lo que debería haberse acostumbrado a su presencia, pero no era así, y ahora esas cuatro paredes la estaban ahogando. Normalmente habría accedido a la propuesta de María de acompañarla al King's, sobre todo esa noche que sabía que Lourdes y Cris se pasarían un rato cuando terminaran en el despacho, pero es que necesitaba tranquilidad.

Sin embargo, la tranquilidad se había convertido en silencio, y el silencio en el escalofrío de su cuerpo cada vez que recordaba lo cerca que estuvieron los labios de Luisita de los suyos.

Mierda, deja de pensar en ella.

Amelia cerró el libro y resopló desesperada al ser incapaz de sacarse esa sensación. Los labios de la rubia habían estado tan cerca y tan inalcanzables a la vez que habían parecido una quimera y ahora recordaba lo cerca que habían estado sus bocas, y no sólo eso, sino también le parecía haber sentido las ganas de la rubia de besarla y lo sabía porque ella tenía las mismas ganas. Amelia se moría por besarla, llevaba fantaseando con ello desde que tenía veinte años, y aun no se podía creer que ya lo hubiera hecho y que no tuviera ningún recuerdo sobre ello. Así que si, se moría por hacerlo, y no sólo por besarla, sino por amarla cada día como sabía que la rubia merecía, aunque fuera casi imposible porque no existía nadie a su altura, pero ella lo intentaría.

Pero es que ahora, sumida en su soledad, cerraba los ojos y no podía pensar en otra cosa que no fuera ella.

Luisita y sus labios

Luisita y sus piernas

Luisita y su sonrisa

Luisita y su mirada

Luisita y su alma

Luisita.

Sabía que tenía que hacer algo al respecto, no podía seguir así, sobre todo cuando su corazón latía con más intensidad cada vez que la veía, pero tampoco sabía muy bien qué podría hacer. Tenía claro que Luisita siempre sintió algo muy fuerte por ella, tanto como lo había sentido la ojimiel, y no lo había dudado nunca, de lo único de lo que dudaba era del daño que había ido haciendo el paso del tiempo a aquel sentimiento. Habían pasado seis años aunque parecía que había pasado una vida entera y puede que el tiempo simplemente haya apagado ese amor adolescente. Esa posibilidad tampoco la convencía, porque para ella también habían pasado los mismos años y parecía que su corazón seguía queriendo salir de su pecho cada vez que la veía.

En realidad, si el amor de la rubia se hubiera apagado, Amelia sabía que no sería tanto el tiempo quien tendría la culpa, sino ella misma. Ella fue quien la dañó con su marcha y aunque Luisita no se pareciera a la que chica se encontró en su vuelta, seguía temiendo que el rencor siguiera haciendo mella en ella.

Volvió a suspirar aunque sabía que no se quitaría ese nerviosismo de su interior y era una sensación a la que no estaba acostumbrada, pero es que no sabía cómo reaccionar cuando la viera. No se habían vuelto a ver desde su casi beso porque la noche anterior la rubia había trabajado en el King's hasta las tantas y esta mañana había salido realmente temprano para ir al Asturiano a lo que ella decía "desayunar", cuando todos sabían que era "desayunar y meterse cada dos segundos en la barra a ayudar a Pelayo". Pero es que su abuelo era su debilidad, y si ya de por sí Luisita siempre ayudada a quien veía que lo necesitaba, con él es que le salía automático.

A Amelia le encantaba esa parte de ella, porque trabajaba en el King's, iba cuando podía a ayudar a Pelayo, se desvivía en la asociación y para colmo ya se había puesto al día con lo que hacía falta en la librería. Era increíble lo mucho que miraba por los demás y lo poco que se paraba para tomarse tiempo para sí misma. Así que como muchos días, esa mañana después de estar en el Asturiano, Luisita se fue directamente hasta la asociación y aún no había vuelto.

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora