53. Primeras veces

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Caminaba hasta su casa con la sensación de que algo se había roto y mucho. No sabría explicarlo, pero la cara de Marina cuando no contestó a su declaración, simplemente se le había clavado en el pecho.

Era la primera vez que alguien le decía algo así a María, porque nunca nadie había estado enamorado de ella. Había escuchado algún "te quiero" tonto entre polvos de chicos con niveles altos de alcohol sabiendo que no significaba nada para ellos, pero nunca había visto que aquellas palabras contuvieran tanto amor como las de Marina, porque no fueron las palabras, fue la mirada que las acompañó.

Pero ahora, no sólo veía en su cabeza la mirada de Marina con una mezcla entre ilusión y esperanza, sino la decepción cuando ella no le respondió. Ahora sentía que fuera lo que fuese lo que tuvieran, pendía de un hilo que sólo ella podría reparar, pero no sabía cómo.

María no era de grandes demostraciones de afecto ni de susurrarle al oído cursilería, es más, cuando dormían abrazadas era el momento donde más dejaba salir su lado romántico, donde más bajaba la guardia. Por el resto del tiempo, no es como si vieran películas acurrucadas en el sofá y le dijera a Marina cada vez que la ve lo preciosa que estaba, como veía que hacían Luisita y Amelia. Ella no era así, y sabía que Marina la conocía.

Sin embargo, ahora que la posibilidad de que no volviera a besar más a Marina era demasiado real, deseaba volver en el tiempo y hacer todas aquellas cosas. Porque sí, sólo nos damos cuenta de lo que hemos perdido cuando ya no lo tenemos, sobre todo cuando se trata de cariño. Y por primera vez en su vida, María sentía que aquel lado romántico oculto en ella deseaba salir.

Entró en su casa con el ánimo algo derrotado y, nada más abrir la puerta, tanto Luisita como Amelia saltaron del sofá, poniéndose en pie para recolocarse un poco la ropa.

– Con que gestiones de verdad, ¿no?

– Creíamos que nos daría tiempo a todo. – susurró Luisita algo tímida.

– Qué sutil.

Y además de la ironía, tanto Amelia como Luisita detectaron en su voz algo de frustración y agotamiento.

– Es que no te esperábamos tan pronto, creía que te quedarías un rato con Marina. – María bajó la mirada y el cambio de actitud fue demasiado evidente como para no preguntar. – ¿qué tal con ella?

María las miró y el nudo que se le formó en la garganta al recordarla le impidió hablar, así que simplemente negó con la cabeza y se fue hacia su habitación antes de que empezara un interrogatorio para el que aún no estaba preparada.

Luisita y Amelia se miraron confusas por aquella actitud, pero antes de que ninguna de las dos pudiera hablar, el móvil de la rubia sonó indicando que acababa de recibir un mensaje.


Marina

Salté y caí


– Yo la mato. – dijo la rubia bloqueando la pantalla de su móvil.

Estaba dispuesta a plantarse en la habitación de su hermana a pedirle explicaciones de aquello, porque por la conversación que habían tenido las dos en el Asturiano antes de que llegaran Amelia y Marina, creyó ver en ella ganas de poner de su parte. Sin embargo, antes de que se pudiera dejar llevar por su impulsividad, Amelia la detuvo, porque no hacía falta ser vidente para saber que aquel mensaje era de Marina.

– Voy yo.

Y aunque dudó, finalmente Luisita asintió, cogió su chaqueta y salió en dirección hacia la casa de su mejor amiga para escuchar la otra versión de la historia.

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora