15. Carita de ángel, mirada de fuego.

5.1K 454 204
                                    

-No puede ser... No... No recuerdo nada.

Seguían paradas en mitad del salón, pero la cabeza de Amelia iba a mil por hora. No se podía creer todo aquello que Luisita acababa de contarle, pero sabía que nunca le mentiría en algo así, Escuchar el motivo de aquel rencor sabía que sería algo duro, pero nunca pensó que podría ser algo parecido.

- ¿Insinúas que me lo estoy inventando? – preguntó molesta.

- ¡No! Claro que no, Luisita. Sé que nunca te inventarías algo así.

- ¿Entonces?

- Es que no me lo puedo creer. – seguía repitiendo porque realmente, no sabía muy bien que decir.

- Pues para que veas, ¿qué pasa? ¿No ligaste aquella noche y decidiste aprovecharte de la niña que estaba perdida por ti?

La miró a la cara y pudo ver como su mirada estaban teñidas de odio y de dolor más que nunca, y Amelia se odió por ser la causante de aquello, porque si hubiera sido cualquier otra persona la que le hubiera hecho a la rubia, ella también la odiaría. Ella también se odiaba en esos momentos.

- Claro que no, Luisita. ¿Cómo puedes pensar eso? No me acuerdo de aquella noche, pero todas esas cosas que te dije... Claro que eran ciertas. – la rubia la miraba expectante y ella no se podía creer que estuviera a punto de decir lo que iba a decir, aquel secreto que llevaba guardando tantos años. – Yo... no te mentí, Luisita. Tú también me gustabas. Qué digo – ahogó una risa sarcástica. – Llevaba mucho tiempo loca por ti... literalmente, me volvías loca. Eras lo único que veía y no podía parar de pensar en ti. Me parecías preciosa y perfecta, y cuando creciste te convertiste en un sueño hecho realidad. No recuerdo lo que te dije, pero estoy segura de que todo era verdad.

El corazón de Luisita se paró unos segundos porque, aunque ella en el fondo siempre había visto algunas miradas que lo indicaban, nunca creyó que aquello fuera cierto. Todo ese tiempo, era recíproco y ella nunca lo supo. Todo ese tiempo y ella sufrió en silencio porque nunca podría tenerla.

- Un momento, ¿cuánto es "mucho tiempo"?

Amelia tragó saliva, sabiendo que la respuesta iba a ser más dolorosa aún.

- Años, Luisita. Desde que te vi en aquella discoteca en Chueca y bailamos juntas, me ha sido imposible verte con los mismos ojos.

- Pero eso fue... – estaba totalmente bloqueada, su cabeza iba a mil por hora. –  yo tenía dieciséis. Eso fue dos años antes de que te fueras.

Amelia asintió y pudo ver como aquellos sentimientos en esos enormes ojos marrones aumentaban, haciendo que el agujero de su interior también lo hiciera.

- ¿Me estás diciendo que llevabas sintiendo cosas por mi durante dos años y nunca me dijiste nada? – su voz se quebró un poco, porque por mucho que quisiera hacerse la fuerte, aquello la estaba rompiendo.

- ¿Qué querías que dijera, Luisita? Eras casi una niña y yo ya tenía la mayoría de edad. – lo dijo totalmente dolida, porque Amelia también lo estaba, también se había sentido dolida por aquellos sentimientos durante tanto tiempo, por impotencia, por culpa.

- ¿Y cuando cumplí dieciocho?

- Entonces tenía que irme.

Era cierto, Amelia estaba esperando a que Luisita cumpliera los dieciocho desde el momento en el que se dio cuenta de que sus sentimientos no eran pasajeros, y que eran tan fuertes como para desear mandar a la mierda todos sus ideales, pero entonces tuvo que irse sin mirar atrás.

- Espera un momento... ¿sabías que te tenías que ir esa noche? – y en la última frase la voz de Luisita tembló.

Amelia tardó un poco, pero finalmente asintió, y aquello fue como otra puñalada más en el corazón de Luisita.

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora