20. La puerta violeta

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Después de la conversación que tuvieron las hermanas esa misma mañana, ahora estaban ambas la tras la barra del King's mientras la tarde iba llegando a su fin. María tenía que admitir que, aunque aquella conversación le hubiera descubierto más verdades sobre esa relación que no sabía, ahora se sentía mucho más ligera y más esperanzada. Sentía que Luisita cada vez tenía los ojos más abiertos y era solo cuestión de tiempo que volviera a ser ella misma. Sin embargo, Luisita sentía una presión en el pecho inexplicable, ese tipo de presión que se te instala cuando sabes que todo está mal, y que es imposible fingir lo contrario, sobre todo porque tu misma te has dado cuenta de que tampoco quieres seguir fingiendo.

Se sentía un vaso lleno, rebosando, y cada gota que resbalaba por el borde indicaba que estaba por muchas tiritas que pusiera a aquellas grietas en su interior, ya no solo estaba rota su relación, sino que ella también estaba apunto de partirse en mil pedazos. ¿Sabéis lo difícil que es vivir así? Con esa sensación constante de que estás apunto de venirte abajo y nadie a tu alrededor sea consciente de lo realmente cerca que estás de esa oscuridad, de ese derrumbe. Porque Luisita lo estaba, Luisita solo estaba a un par de verdades para que su mundo se terminara de desmoronar.

No era difícil de imaginar que aquella copa que tanto llevaba sacando brillo se le escapara de las manos haciéndose añicos contra el suelo. Lo miró, lo miró y se sintió tan identificada con ella que le dio hasta miedo.

- ¿Estás bien?

Aquella voz hizo que se sobresaltara porque creía estar totalmente sola, pero no, aquella chica de la barra que estaba sentada justo en el taburete frente a ella con sus rizos sueltos, tenía sus ojos miel cargados de preocupación fijos en ella. No la había oído llegar ni la había visto sentarse ahí, pero su presencia había hecho que aquel vaso rebosando en su interior dejara de gotear, porque ella siempre le trasmitía una calma inexplicable. No le mentiría a Amelia, pero sentía que si hablaba en ese momento, sería imposible de contener todo lo que estaba pasando en su interior.

- Están siendo unos días un poco raros, pero ya está. – y le regaló una pequeña sonrisa triste que no pudo evitar acompañarla con unos ojos algo empañados.

Amelia vio como Luisita se alejaba a por la escoba para recoger aquel estropicio. No sabía muy bien que decir, porque si la rubia no sacaba el tema, no lo haría ella. No habían vuelto a hablar desde aquella conversación tan sincera que tuvieron en la cama de la ojimiel, y Amelia no había querido decirle nada al respecto porque la conocía y sabía que necesitaba su espacio y su tiempo para interiorizar todo aquello, para pensar y para saber qué hacer al respecto con la realidad que había descubierto. Pero eso no hacía que cada vez que la viera en con esa pena incrustada no se le formara un nudo en el pecho.

- Ya... bueno, quizás necesitas una tarde de desconexión absoluta, sólo para ti. – dijo en cuanto volvió hacia ella.

Luisita amplió la sonrisa de manera sincera, porque Amelia lo había dicho con total honestidad, porque solo quería lo mejor para ella.

- Eso díselo a mi jefa. – dijo poniendo los ojos en blanco.

- Estoy segura de que tu hermana es capaz de cerrar el King's solo para dejarte descansar.

La rubia se rio, porque veía totalmente posible que María cerrara su local sólo por ella.

- Si, claro, y que me haga pagar las perdidas que ha tenido...

Ambas rieron ante aquel tonto comentario, porque no reían tanto por lo dicho, sino porque Luisita no se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba aquel despeje para pausar un poco la tormenta de su interior.

- ¿Ya me estás poniendo verde? – preguntó María llegando a ellas, poniéndose junto a su hermana detrás de la barra.

- ¿Y ganarme un despido procedente? Quita, quita, el día en el que deje de trabajar aquí te voy a hacer pagar por todas las horas de esclavitud. – dijo volviendo a reírse levemente, y el corazón de su hermana se derritió, porque se había desacostumbrado a escucharla hablar así, con esa relajación, sin tener que medir cada palabra.

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora