Especial Navidad 🎄💝

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La víspera de las navidades eran agotadoras. Aunque parezca que hoy en día la gente le ha perdido el interés a la lectura, la librería se llenaba en estas fechas buscando el regalo perfecto para ponerlo bajo el árbol.

Además de ser una época de alegría, no lo era para todo el mundo, también eran fechas de echar de menos a seres queridos y bien lo sabía ella, que cada año echaba de menos a su madre. Por ello, a Luisita le suponía casi imposible ayudarla en la librería, porque como psicóloga, tenía a muchos pacientes a los que ayudaba a lidiar con esas ausencias.

Por ello, Amelia volvía a casa agotada, más tarde de lo habitual, porque había estado sola todo el día atendiendo a los clientes.

Sin embargo, en cuanto entró por la puerta, todo ese cansancio desapareció y una sonrisa se dibujó en su cara.

La luz estaba apagada y Luisita estaba incorporada sobre la mesa del comedor mientras encendía unas velas. Había una bandeja tapada en el centro de la mesa y todo estaba decorado a la perfección.

– Vaya, ¿y esto?

Luisita levantó la vista para mirarla y la misma sonrisa que tenía Amelia se dibujó en su rostro.

– ¿No puedo hacerle una cena especial navideña a mi mujer?

– ¿Cena especial navideña romántica? – preguntó Amelia mientras se acercaba a ella a besarla.

– Ajá.

Se besaron, pero no se alejaron, sino que se abrazaron por la cintura.

– ¿Tú y yo solas? ¿Dónde está Eva?

– En casa de Victoria.

– Mm, no sé yo si me gusta mucho esa amistad.

– ¿Por?

– Es muy... intensa.

Luisita se rio y volvió a besarla.

– Mi amor, tienen quince años. Si no son intensas a esa edad, ¿Cuándo?

– También es verdad.

– Además... así tenemos la casa sola para nosotras.

La besó una vez más y a Amelia no le hizo falta nada más para olvidarse completamente de todas las preocupaciones.

– Eso me gusta más.

Luisita sonrió victoriosa.

– Vamos, que se enfría.

Amelia asintió siendo ella la que ahora la besara por última vez y ambas se dirigieron hacia la mesa. Luisita le apartó la silla para que la ojimiel pudiera sentarse y esta negó con una sonrisa ante el detalle.

Podían pasar todos los años que fueran que el romanticismo de Luisita nunca moría, sobre todo cuando ambas se encargaban de cuidar la llama con cariño.

– Qué bonito todo, ¿no?

– Es que no sé, ya sabes que a mí las fiestas de navidad me ponen nostálgica, así que he querido recrear nuestra primera cita. – dijo la rubia encogiéndose de hombros algo sonrojada.

– Pero si nuestra primera cita fue en una pizzería.

– Me refería a nuestra primera cita no oficial.

Destapó la tapadera que ocultaba el contenido de la fuente que ambas tenían en frente y al verlo, Amelia volvió a aquella cena como un flashback en su mente

– Eso no fue una cita, cariño. – dijo riéndose viendo la lasaña y la mesa decorada con dos velas. – Fue la peor cena de mi vida.

– ¿Qué? –preguntó confusa. – ¿Por qué?

Un refugio en ti (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora