━ 𝐋𝐗𝐗𝐈𝐕: Creía que éramos amigas

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•─────── CAPÍTULO LXXIV ───────•

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──── CAPÍTULO LXXIV ───

CREÍA QUE ÉRAMOS AMIGAS

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        DRASIL NO PODÍA DEJAR DE PENSAR, de darle vueltas a lo que había sucedido la velada anterior. Todas y cada una de las cosas por las que había tenido que pasar en las últimas horas no dejaban de repetirse una y otra vez en su atolondrada mente, torturándola, martirizándola. La confrontación con Margrethe, los dardos envenenados de Lagertha, la discusión con Ubbe... No mentía cuando decía que apenas había podido pegar ojo en toda la noche. Por más que lo hubiera intentado, le había resultado imposible conciliar el sueño. Aunque no se sorprendía, dadas las circunstancias.

En cuanto su prometido se había marchado, dejándola sola con sus turbulentos pensamientos, se había encerrado en su alcoba y metido en su cama para poder llorar tranquila. Se había derrumbado completamente, cediendo a esa vorágine de sensaciones discordantes que llevaba acompañándola desde que la antigua thrall —y posteriormente la soberana de Kattegat— había lanzado su ponzoña contra ella. Y aun así... Aun así no había hallado consuelo alguno, ni siquiera cuando su progenitora irrumpió en su dormitorio y le ofreció el refugio cálido y seguro de sus brazos y su pecho.

Se removió sobre el mullido colchón y se aovilló sobre sí misma, abrazándose las piernas flexionadas. La calidez que le brindaban las mantas contrarrestaba el frescor que se colaba a través de las finas cortinas que cubrían la única ventana con la que contaba el aposento. La luz del nuevo día también traspasaba la tela, iluminando parcialmente la estancia. Sól ya había salido para alumbrar Midgard, surcando los cielos en su resplandeciente carroza, pero ni siquiera la claridad proporcionada por la diosa lograba reconfortar a la hija de La Imbatible.

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