━ 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: No es de tu incumbencia

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N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid la canción que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que no os arrepentiréis.

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────── CAPÍTULO XVIII ──────

NO ES DE TU INCUMBENCIA

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        CON LAS ENERGÍAS COMPLETAMENTE RENOVADAS, Drasil ingirió lo que le quedaba de jólaöl de un trago, para después entrelazar su mano con la de Aven y arrastrarlo hacia el exterior, donde un gran número de personas —entre las que se encontraban Astrid y Eivør—, continuaba danzando alrededor de las hogueras. La skjaldmö, con las mejillas rojas y una sonrisa bastante sugerente coloreando sus facciones, pasó airosamente junto a los Ragnarsson, pudiendo percibir la crispación que expelía el mayor.

Ubbe frunció el ceño mientras observaba cómo la pareja abandonaba la taberna y se dirigía hacia una de las piras, concretamente a la que más cerca quedaba del establecimiento. Desde su posición, oculto en las sombras, pudo vislumbrar cómo aquel muchacho comenzaba a bailar con Drasil, apegando su cuerpo al de la bella escudera. Aunque eso no fue lo que más le enervó, ni mucho menos, sino la forma en que ella le sonreía.

Aún recordaba la primera vez que Drasil le sonrió así: fue el día que se conocieron, durante la fiesta de despedida de Björn y Hvitserk. Ya habían transcurrido varias lunas desde entonces, pero jamás olvidaría ese momento, así como tampoco se desvanecerían de su memoria los recuerdos de aquella noche en Hedeby. Sus besos le supieron a gloria y sus caricias despertaron en su interior un sinfín de emociones insospechadas.

—¿Por qué miras tanto a esa chica? —La voz de Ivar lo sacó de su ensimismamiento.

Ubbe volvió la vista al frente, topándose con los gélidos orbes del menor de sus hermanos, que lo escudriñaba con una ceja arqueada. 

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