━ 𝐗𝐋𝐕: Besos a medianoche

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•─────── CAPÍTULO XLV ───────•

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──── CAPÍTULO XLV ───

BESOS A MEDIANOCHE

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        AQUELLA ERA UNA NOCHE DE LUNA LLENA. Su luz de plata se colaba tímidamente entre los edificios, extendiéndose por las arterias de piedra oscura e iluminando cada rincón, cada recoveco. Sus brazos de alabastro confiriéndole a la ciudad un aspecto fantasmagórico, casi espectral. Desde que había sido tomada por el Gran Ejército Pagano, muy pocas veces se quedaba en silencio, pero cuando lo hacía, York parecía clamar por aquellos que habían perecido durante el asalto. Sajones que antes habían atestado sus calles, colmándolas de vida, de alegría, de sueños esperanzadores y promesas incumplidas. Ahora era el alborozo de los nórdicos lo que llenaba el aire, una baraúnda de voces, risas y música que no parecía tener fin. Ni siquiera cuando la oscuridad de Nótt se cernía sobre ellos como un lobo hambriento.

Drasil había empezado a perder la noción del tiempo. Desde que se habían hecho con el control de York, masacrando a todo hombre, mujer y niño, sus rutinas se habían reducido a entrenamientos con Eivør, discusiones con Liska, encontronazos con Ivar y evasiones en la taberna, donde bebía y bebía hasta que sus problemas y preocupaciones no eran más que una maraña de pensamientos brumosos e inconexos.

Las estruendosas carcajadas de Iben se colaron sin previo aviso en sus oídos, haciendo que saliera de su ensimismamiento, de aquel pozo negro que amenazaba con engullirla. Runa no demoró en unirse a la rubia, al igual que Eivør, siendo la hija de La Imbatible la única que se mantuvo silente.

Observó a sus amigas con desinterés, sin molestarse tan siquiera en descubrir la causa de su regocijo —dado que hacía varios minutos que había perdido el hilo de la conversación—, para después centrar toda su atención en su jarra de cerveza. Sus falanges trazaron con ociosidad el contorno del recipiente, que ya estaba prácticamente vacío. Trató de no pensar demasiado en el dolor punzante que martilleaba sus sienes, empeorando su estado de humor, que ya de por sí no era el mejor.

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