━ 𝐗𝐂𝐈𝐗: El fin de un reinado

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N. de la A.: cuando veáis la almohadilla #, reproducid el vídeo que os he dejado en multimedia y seguid leyendo. Prometo que nos os arrepentiréis.

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─── CAPÍTULO XCIX ───

EL FIN DE UN REINADO

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        DRASIL SE MOVÍA POR PURA INERCIA. Hacía varios minutos que había dejado de ser consciente de todo, que su mente se había desconectado de su magullado cuerpo. Ahora que la adrenalina estaba empezando a disiparse, el dolor que azotaba cada fibra de su ser se iba haciendo más y más intenso. Sus piernas se movían torpemente, avanzando a un ritmo que los había llevado a quedarse algo rezagados. El corte en su muslo derecho ardía como el fuego de Muspelheim, aunque habían conseguido frenar la hemorragia haciendo una especie de torniquete con parte de la camisa de Ubbe. No obstante, las molestias que sentía en la pierna no eran comparables al insufrible dolor que se había extendido por su brazo izquierdo, aquel que era causado por la luxación que tenía en el hombro. No habían tenido tiempo de recolocarlo, de ahí que la muchacha hubiese perdido todo tipo de noción a causa de las náuseas y los mareos.

La voz de su esposo, quien la estaba ayudando a caminar, se coló en sus oídos como un eco lejano, pero Drasil no consiguió entender ni una sola palabra de lo que decía. Estaba completamente ida, como si hubiera perdido el control sobre sí misma. Ningún estímulo externo la hacía reaccionar, ni siquiera la espeluznante cacofonía que habían dejado atrás y que sonaba más lejana a cada paso que daban. Si continuaba consciente era por el dolor, por aquella sensación de vacío que cruelmente se había apoderado de su interior. Jamás pensó que llegaría a experimentar un dolor tan intenso, tan sofocante. Un dolor que no podía compararse ni a la peor de las lesiones. Su corazón estaba destrozado, hecho añicos, como si aquel úlfheðinn que tanto le había arrebatado se lo hubiese arrancado del pecho. Aunque, en cierto modo, así había sido.

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