━ 𝐗𝐗𝐕𝐈: Mi juego, mis reglas

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•─────── CAPÍTULO XXVI ───────•

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────── CAPÍTULO XXVI ──────

MI JUEGO, MIS REGLAS

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        EIVØR SE LLEVÓ SU CUERNO de bjorr a los labios. Sintió cómo aquel líquido de sabor fuerte y envolvente descendía sinuosamente por su garganta, dejando a su paso una sutil quemazón, para luego secarse las comisuras con el dorso de la mano. Trazó el contorno del recipiente con los dedos, mientras sus ojos, que se habían oscurecido a causa del alcohol que ya corría anárquico por sus venas, escrutaban con inusitada atención los alrededores. 

La luna creciente ya había alcanzado su cénit, anunciando la llegada de la medianoche, pero los hombres y las mujeres que habían accedido a formar parte de las colosales huestes que vengarían la muerte de Ragnar Lothbrok no parecían tener la menor intención de retirarse a sus respectivas tiendas para recuperar energías. En su lugar, continuaban bebiendo, riendo y bailando... Festejando por todo lo alto su inminente triunfo sobre los sajones, la aplastante victoria frente a un monarca cristiano, cuyo hediondo cadáver no demoraría en ser pasto de los gusanos.

Esbozó una sonrisa insidiosa. 

Jamás había estado presente durante la realización de un Águila de Sangre, que era considerada uno de los métodos de ejecución más duros y macabros de su cultura. El grado de violencia que implicaba, así como las numerosas supersticiones que llevaba arraigadas, era, a juicio de muchos, vomitivo. Sin embargo, ella había demostrado una entereza admirable, casi podría decirse que hasta inquietante. 

Ver a Ælla siendo mutilado de aquella forma, con tanta crueldad y virulencia, no había despertado nada en su interior. No había sentido absolutamente nada. Ni siquiera la visión del gobernante esputando su propia sangre, con los ojos desorbitados y los labios fruncidos en una mueca de espanto, le había arrancado el más mínimo estremecimiento.

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