Intento 11

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 "¿Está ocupado este sitio?" inquirió Isabel al extraño sentado en la tercera fila de la sala de conferencias del Instituto de Investigación Biológica Van Leeuwenhoek.

Él solo movió la cabeza en forma negativa, indicando que el lugar se hallaba libre, tratando de no demostrar el sentirse contento que se acomodara a su lado una joven tan atractiva, justo de su tipo: de ojos grandes marrones y pelo de mismo color lo suficiente largo para tenerlo cogido en una cola, ni muy alta ni muy baja y de figura tipo atlética. Mas lo que le impresionó de inmediato fue su voz. Una voz que denotaba seguridad, esa que tienen las personas que saben lo que quieren, que se sienten contentas consigo mismas y su apariencia, que utilizan la inteligencia y no el aspecto físico a fin de llegar a su meta. Gran diferencia del hombre con cara de rana y barriga de orangután que se la pasaba mirándolo, como preguntándose dónde lo había visto antes. Era, por cierto, un alivio tener alguien con quien charlar antes que iniciara el congreso y así evitar notar el escrutinio del orangután-man a su derecha. Ahora el asunto consistía cómo iniciar una conversación casual sin que esta muchacha sintiera que él estaba interesado. Porque, con certeza, ella no era de las que concurrían al evento con el propósito de encontrar con quien salir. Qué decir...

"¿Primera vez que vienes a esta conferencia?" preguntó.

"No, vengo todos los años. Yo trabajo en el Van Leeuwenhoek, así que estoy obligada a participar. Este año iba a presentar el resultado de mi investigación, pero la semana pasada me informaron que la habían cancelado porque Esteban Tochigi aceptó trabajar para el instituto y que, por lo tanto, él tenía prioridad en dar la suya; que la mía sería publicada en el sumario de presentaciones porque no había tiempo de que la expusiera. ¿Puedes creerlo?"

"No parece muy justo...,"

"¡Por supuesto que no! Ya sé que Tochigi fue el que descubrió el método para curar el SIDA y que seguro es una persona muy capaz, pero igual, tampoco es que sea un Einstein ni nada por el estilo. ¡Se me hace que es un pedante que cree que todo el mundo debe tratarlo como si fuera un rey! No debe tener ni una pizca de ética para aceptar dar una presentación sacando a otra persona."

"A lo mejor él no estaba enterado que eso había ocurrido y..."

"¡Ja! Eso no me lo creo, ¿cómo no va a saber? Lo que pasa es que seguro es de los que se piensa que tiene derecho sobre toda la gente y, ahora, vamos a tener que trabajar para él y hacer lo que al salvador del SIDA se le ocurra. Pero si cree que yo voy a estar lamiéndole sus zapatos, está muy equivocado. Apenas me pida algo que yo no esté de acuerdo, renuncio y ya. Este no es el único instituto de investigación biológica del mundo, puedo encontrar trabajo en otro sitio como..."

Isabel tuvo que parar de hablar porque entró el Director del Van Leeuwenhoek y dio inicio a la conferencia:

"... hoy tengo el agrado de tener como primer expositor a un nuevo miembro del Instituto cuyo futuro aporte estamos seguros será de vital importancia. Demos la bienvenida al profesor Esteban Tochigi."

En ese momento, Isabel tuvo que moverse un poco para dejar pasar a la persona con quien había conversado sobre su nuevo colega. Ella pensó que se dirigiría hacia los servicios higiénicos cuando con sorpresa vio que más bien se encaminó hacia el estrado.

"Buenas tardes, voy a ser muy breve porque acabo de enterarme que había otra presentación programada para hoy y no quisiera que se la pierdan por falta de tiempo. La mía, si les interesa, podrán leerla en el libro de resúmenes de ponencias. Muchas gracias."

Tan pronto fueron pronunciadas esas palabras, fue su compañera de emplazamiento la que se moría de ganas de ir al excusado de verdad para desaparecer de la conferencia.

Al día siguiente, Isabel no podía creer haber recibido una invitación a cenar de parte de Esteban Tochigi en forma de disculpas por casi haber usurpado su turno de exposición. Para él, lo de la presentación era en realidad una excusa a servirse con la finalidad de salir juntos y conocerla mejor. Ella estuvo tentada de dar un no por respuesta, se sentía muerta de vergüenza ante la posibilidad de cruzar una palabra con el nuevo miembro del instituto después de todo lo que le dijo el día anterior y encima de que sea él quien quisiera pedirle perdón. Mas negarse hubiera sido incluso peor, así que se comió su embarazo y aceptó.

De allí en adelante fue como si ambos no tuvieran opción alguna, no podían concebir la vida el uno sin el otro. Luego de unos meses, compraron un departamento entre los dos y su relación iba muy bien, hasta que un buen día el científico recibió una llamada telefónica, salió apurado sin darse el tiempo de explicar nada a Isabel y luego...

Parece increíble que después de solo siete días locos, Esteban decidiera partir, pensó Isabel mientras miraba la foto dentro del taxi que la llevaba al aeropuerto. Es cierto que no lo hacía para abandonarme, él me pidió ir juntos y ahora yo soy la lunática que dejo todo y me voy.

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Parece increíble que después de solo siete días locos, yo decidiera partir, reflexionaba Esteban dentro de su bolsa de dormir mientras trataba de conciliar el sueño. Y que Isabel dijera que no... La verdad que creo que más me hubiera sorprendido que dijera que sí. Lo peor es que había planeado proponerle matrimonio al final del mes, en el día de la conferencia anual del Instituto. Bueno, mejor no pensar en eso, ya tengo que tratar de dormir.


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