Intento 41

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El trayecto por auto de Analucía al NatuArenas fue hecho en silencio. Samir echó un vistazo rápido a Mandi, notando en su rostro el mismo pánico y urgencia que tenía cuando le pidió su cuchilla suiza temprano en la mañana. Eso le indicó que, si quería evitar cualquier accidente, no debía de atiborrarla con preguntas mientras ella se hallaba conduciendo. Decidió más bien cerrar los ojos y recopilar lo ocurrido durante los últimos dos días y extra horas, para ver si podía responder él mismo todas las interrogantes que tenía en la cabeza. El asunto era como un gran rompecabezas; estaba seguro que si ponía todas las piezas en el lugar adecuado, tendría una imagen que le explicaría el problema en que se encontraba. Los trozos iniciaron a encajar poco a poco, no obstante, parecía que había algunos perdidos debajo de algún mueble, tenía que ir a buscarlos...

En ese momento, Samir sintió que el auto frenó con brusquedad: habían llegado al NatuArenas. Mandi bajó de inmediato del vehículo cargando su mochila en la espalda, sin molestarse a decir palabra. Él salió corriendo detrás de su compañera. Esta tomó el ya conocido camino hacia la cocina del restaurante principal, donde tuvieron que ralentizar el paso porque en esos momentos se cruzaron con el personal de limpieza, los que colmaban el corredor con su presencia y sus herramientas de trabajo. Una vez por fin arribados a su destino, encontraron al muchacho de cabellera pelirroja terminando de desayunar.

"¡Hola!" les saludó. "¿Tomaron el autobús más temprano hoy?... ¿Y esas caras?"

"Yurik," atajó Mandi, "no tenemos mucho tiempo. Dos gigantones de la Policía Internacional estuvieron preguntando por ti en La Familia, en cualquier momento estarán por acá. Tengo el auto afuera."

Ni bien terminó ella de hablar, el interpelado dejó su plato en la mesa, se levantó como un resorte de su silla y en un santiamén llegó a su lado dirigiéndose a la vía de escape, Samir detrás de los dos. Cuando abrieron la puerta, la chica paró en seco al ver un par de tipos vestidos de negro hablando con la Momia y caminando hacia donde ellos se ubicaban.

"Es muy tarde, ¡ya están acá!" exclamó la hija del chef. "Necesitamos usar otra salida."

Los tres regresaron a la cocina y encontraron esta vez a Lasalo, que por supuesto no se dignó a saludarlos.

"Lasalo," dijo Mandi, "si alguien viene a preguntar por Yurik, le dices que no lo has visto, ¿ya?"

"¿Y por qué debería de hacer eso?"

"Es la competencia," intervino improvisando, Samir.

"¿Qué competencia?" volvió a preguntar el otro.

"¿Cómo, no sabes?" continuó el estudiante del Einstein. "Hoy es la competencia de desaparición, el equipo que consiga esconderse por más tiempo del hotel todo el día tendrá un gran premio sorpresa. Tú puedes ser miembro de nuestro equipo, solo tienes que decirle a quien te pregunte por nosotros, que no nos has visto y que no tienes la menor idea de donde estamos. ¿De acuerdo?"

Lasalo no se había enterado de la susodicha actividad, pero no pensaba perdérsela por nada, ¡sobre todo si había un gran premio sorpresa!

"Está bien," aceptó. "Pero yo quiero ser el capitán del equipo."

"Claro, claro," contestó Samir y los tres se fueron disparados por la otra puerta, la que daba al restaurante del hotel.

El que no partió se quedó pensando: si él era el capitán del equipo, entonces lo lógico era que supiera dónde el resto de sus miembros se iban a esconder. Salió también de la cocina e inició a seguirlos a una cierta distancia. Cuando llegó el Sr. Resoto con los de la Policía Internacional, encontraron una estancia vacía en su totalidad, salvo por uno de los chefs que ingresó en esos momentos a iniciar su día de trabajo.

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