Intento 110

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 "¿No es Tsi la chica más yaba del mundo?"

Samir escuchó la pregunta entrometiéndose en su sueño. Él se encontraba haciendo escalada de roca en una montaña desconocida, Mandi se hallaba a su lado, pero ninguno de los dos disfrutaban del paseo: atrás de ellos, un grupo de por lo menos diez supervisores los estaba persiguiendo y acortando veloz la distancia que los separaba. Medio aturdido, no comprendió porqué la joven rubia, de pronto con un habla grave como la de Alexander, le charlaba acerca de la nieta de Fle:

"Nunca he conocido a una chica tan bonita, inteligente, calmada y segura de sí misma, que encima sabe reírse de cualquier chiste y, lo más increíble, que parece interesada de verdad en cualquier cosa que yo le cuento."

Las palabras del muchacho pelirrojo esta vez llegaron a Samir con mayor claridad. No, no era la Mandolina Vora quien le platicaba y no era una piedra lo que agarraba fuerte con su mano derecha, sino una parte de su ropa. Manteniendo aún los párpados cerrados, contestó en tono perezoso,

"Alex, ¿qué hora es? ¿Ya nos tenemos que levantar?"

"No creo, son... Déjame ver... Ya, son las dos y diez."

"¿Y qué se te da por despertarme a esta hora?" protestó su compañero de cuarto por fin abriendo los ojos, que no le sirvieron de mucho porque el salón se hallaba oscuro por completo y no lograba divisar nada.

"Es que no podía dormir y te escuché murmurar algo de Mandi ten cuidado o no sé qué. Bueno, creí que andabas despierto y querías conversar."

"No, no estaba despierto y no tengo ganas de conversar. A esta hora, para tu información, lo que la mayoría de la gente quiere hacer, Alex, ¡es dormir!" apuntó su amigo malhumorado, si bien en el fondo se alegraba que lo hubiesen sacado de su pesadilla.

"Pero tú no eres como la mayoría de la gente, Samir, la probabilidad que tu comportamiento sea igual a los demás, es de un..."

"Ya, ya, muy gracioso. Bueno, ¿qué me querías decir que es tan importante? Bótalo de una vez para que pueda volverme a dormir."

"Nada, solo estaba pensando en voz alta. Lo que pasa es que, ya sabes, no he tenido muchas oportunidades para salir con chicas, imagínate viviendo en un campo de producción. Entonces, ¿tú me puedes decir qué puedo hacer con Tsi? No sé..., ya sabes..., algo como para que yo le guste o saber si yo le gusto. No sé, pues, qué tengo que hacer."

El estudiante del Einstein no sabía si ponerse a reír o llorar por la ironía. ¿A quién, Alex, pedía consejos de ese tipo? Si bien él no se había pasado la vida encerrado en un campo de producción, eso de salir con chicas era un asunto del que tampoco sabía nada de nada.

"No tengo la menor idea," pronunció con honestidad.

"No me vengas, ni bien llegaste al NatuArenas, había más de una que te miraba."

"¿A mí?" repuso Samir incrédulo.

"¡No, a la Momia! Claro que a ti. En Lobla seguro tenías para escoger."

"Ja, ya quisiera. Apenas se enteraban en donde estudiaba, salían corriendo."

"¿Qué tiene qué ver eso? ¿Estudiabas en el colegio para gente con problemas o uno de esos de rehabilitación?" inquirió el otro con curiosidad, dándose cuenta que Samir jamás había mencionado ese detalle acerca de su vida.

"Ese no es el punto. La cosa es, que no creo que sea una buena idea eso que me dices de Tsi," replicó él, tratando de cambiar el tema de su centro educativo.

"Mira, compadre, ya sé que no he conocido a muchas chicas, pero Tsi... No sé cómo decirte, es tan yaba, ¿no? Es alguien como nunca he visto en mi vida, ¡alguien fuera de este mundo!"

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