Intento 68

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Las horas de los últimos dos días parecían interminables, a pesar que Yurusalem no tenía, como siempre, ni un minuto de descanso entre los mellizos, el resto de su prole y las labores hogareñas. A eso había que agregar, el robar minutos aquí y allá para comunicarse con miembros de la JC en organizar ayuda para su hija y los demás. Ya todo estaba listo y preparado en Te-Rano: allí había unos afiliados muy capaces que contaban con un especialista quirúrgico, él podría extraer de Alexander el chip con la información vital que llevaba consigo sin ningún problema. Una vez que eso se hubiera hecho, solo era cuestión que los mantuvieran ocultos y esperar.

Todo va a salir bien, se repetía una y otra vez Yurusalem. La información cargada por Alex era la última pieza del rompecabezas, la gota que derramaría el vaso de agua y demostraría, sin lugar a dudas, los abusos criminales de las compañías. Rodarían muchas cabezas cuando esto estuviera expuesto, sería el principio del final. Llevaría algún tiempo, pero una vez iniciado el proceso, no habría quién lo detuviera. Mandi y los otros del grupo podrían regresar a sus vidas normales en el momento que todo terminara, no serían fugitivos para siempre. La amiga de Mariana Tochigi solo tendría que tener paciencia y fuerza para aguardar un período, que se traduciría en algunos meses, no más. Tenía a Naresh y a sus hijos que le darían energías para atravesar por aquello. Todo va a salir bien, se volvió a decir, disponiendo del segundo mellizo en su cama y escabulléndose lo más callada posible a su cuarto, para aprovechar las horas de descanso que tenía hasta que sus pequeños monstruos se despertaran de nuevo, reclamando su ración de líquido blanco.

Naresh la esperaba en su lecho, él se había encargado del resto de la tribu para que también se fueran a dormir. Al igual que su esposa, se sentía agotado, no solo por el trabajo en el NatuArenas, que se había incrementado por la ausencia temporal de ayudantes en la cocina del restaurante principal, sino por la preocupación constante de Mandi junto con el simular que no entendía para nada qué era lo que estaba pasando con ella. Todavía no dejaba de sorprenderlo que Ning, la Sra. Suon, haya sido su persona de contacto con Justicia Comercial por todos estos años, ¿cómo no se había dado cuenta? Ni siquiera Yurusalem sospechó nada, a pesar de ser íntimas amigas. Tenía varias preguntas para la dueña de La Familia, pero no era el momento, su prioridad era otra y se llamaba Mandolina. A pesar de no ser él su padre biológico, la sentía como si lo fuera, habiéndola visto crecer y madurar. La joven siempre fue abierta con él y lo aceptó desde un principio porque la trató, apenas conocida, con respeto y sin otorgarle privilegios especiales por su problema. Además, había todo lo que pasaron juntos con médicos y hospitales. Hasta que, al final de tanto esfuerzo, lograron vencer y ella podía llevar una vida sin el obstáculo de no poder movilizarse, en forma independiente por completo. ¿Cómo no sentirla como su hija?

Su esposa había estado intranquila por las pastillas de su chica al darse cuenta, que se llevó su mochila por equivocación. Sin embargo, recordó que también siempre cargaba un pomo con píldoras para ella, tenía certeza que serían suficientes. Mandi obtendría más una vez en Te-Rano, ya que la JC se encontraba al tanto que debían abastecerla de estas con regularidad. No obstante, había un detalle adicional que el chef notó en su cónyuge cuando se produjo el trueque de mochilas, algo que la consternó de lleno, pero con esto de la fuga-secuestro ella ya no lo mencionó, seguro había pasado a un segundo plano de importancia. En fin, cuando todo se acabara, ya podrían sentarse a discutir cada detalle, este no era el tiempo de hacerlo. Ahora era el de gozar ver entrar a su cuarto a Yurusalem, su pareja de vida. A pesar de su expresión de inquietud, Naresh sentía que verla junto a él le daba un propósito y energía fundamental.

"¿Los mellizos están descansando por fin?" preguntó.

"Sííííí," respondió ella, dejando partir una buena bocanada de aire y entrando a la cama al lado de su cónyugue. "Pero no sé cómo yo voy a hacerlo, qué suerte la de ellos que duermen como dos angelitos."

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