Intento 117

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Si bien era más temprano de lo usual, el comedor de la base subterránea de los exypnos se mostraba lleno; al parecer, la mayoría había decidido desayunar temprano ese día antes del arribo de los periodistas. Nadie hablaba mucho. Todos, a pesar del aura de confianza que siempre los envolvía, se veían un tanto ansiosos y repasaban en sus mentes las tareas que les habían encargado para ese día. No podían permitirse el mínimo error por más que ellos, por lo general, presentaran un máximo de solo 2.31% de posibilidad de equivocación. Esta vez, debían asegurarse que fuera de 0.00%. Nada debía ser menos que perfecto, de ello dependía su futuro. Su preocupación no se basaba en el hecho del lanzamiento del opuesto, de eso poseían la certeza que sus cálculos eran correctos y que el plan iba a funcionar: hoy era el inicio del fin de Delik, hoy lo exterminarían. Las consecuencias de destruir un agujero negro eran algo que habían estudiado sin llegar a una conclusión satisfactoria, solo una serie de teorías y probabilidades. Era claro y obvio que su acción iba a interferir en el balance del universo, sin embargo, no tenían certeza de qué forma se alteraría. No obstante, en este caso tenían cero opción; era eliminarlo o verse eliminados, era una cuestión de pura y básica supervivencia.

Raymundo se encontraba compartiendo la mesa con Femi, Dimos y tres exys que no conocía mucho, que se sentaron con ellos por falta de espacio. Vania y Nicola se hallaban en una para dos, discutiendo sobre las historietas de Glantischy que al segundo le gustaban tanto. Justo la semana anterior, le trajeron tres nuevas que devoró en un tris y luego se las prestó a su amiga. Era más divertido conversar ellos solos acerca de eso que con otras personas del lugar; los adultos estaban en la calle sobre tales cosas yaba.

Do Santos lamentaba que, justo esa mañana, Vania y Nicola decidieran no acompañarlos. Ellos hubieran sido capaces de romper el ambiente de tensión a su alrededor, que empezaba a ponerlo nervioso a él también.

Tendré que ser yo el que inicie alguna conversación para que no se me quede atracado el desayuno. Cualquier tema, menos el bendito lanzamiento del opuesto, pensó.

"¿Y de dónde sacaron el dinero para construir todo esto?" arrojó de la nada.

Dimos y Femi dieron un pequeño sobresalto al escuchar su voz sin anticiparla; los otros tres, si lo escucharon, lo ignoraron por completo, cada uno concentrado leyendo algo en sus libreles. La agente fue la primera en reaccionar,

"No tengo la menor idea, Raymundo. La verdad es que no había pensado en eso."

"Es una buena pregunta," intervino varón de larga cabellera, mirando de reojo por unos segundos al trío de exys, que en esos momentos se levantaron de la mesa. "Cuando recién llegué, ya saben que no lo hice como voluntario, por un buen tiempo estuve planeando alguna forma de escaparme de acá. Resulta que no era el único en esa situación, había otros como yo que andaban desesperados. Claro que, como han visto, no es que nos traten mal, todo lo contrario. Pero eso de quitarnos la libertad de hacer lo que queramos, salvo por escoger el tipo de investigación que deseemos hacer, es una situación insoportable para varios de nosotros, que consideramos que la vida no es solo cuestión de trabajo y más trabajo. Encima, el hecho de no poder salir nos enfermaba, era estar vivos sin vivir."

Y el científico ejecutivo del Van Leeuwenhoek recordó, que tal fue la frase que Dimos había utilizado en uno de sus mensajes.

"Bueno, me hice parte de un grupo de personas que, como yo, decidieron no resignarse a la situación, sino tratar de hacer algo, si bien sabíamos que las posibilidades de éxito eran mínimas; según nuestros cálculos, no más de 0.58%."

"Pero es peor no intentarlo, ¿verdad? A veces los cálculos no lo son todo," apuntó Femi y su compañero de habitación esbozó una sonrisa, recordando la conversación que tuvieron meses atrás.

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