Intento 46

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Isabel no dejaba de escudriñar con atención cada detalle de la zona que estaba volando. Más de una vez contuvo el aliento al confundir una roca o una acumulación de arena, con una tienda o algún indicio de la presencia de Esteban. Pero eso no la desmoralizó, sabía que todavía se encontraba a cierta distancia de las coordenadas a las que se dirigía; unos minutos adicionales y estaría dentro del radio de visión de las mismas. En ese instante, le pareció ver a lo lejos un punto de color olivo, ¿algo verde en este desierto? Se preguntó perpleja. Con el corazón latiéndole a mil por minuto, tomó una vez más los binoculares y los dirigió al lugar preciso.

"¡Yeeee!!!!!!!" gritó a todo pulmón, al notar que el blanco de su atención tomaba la forma de una carpa. Esteban, por favor dime que estás allá. No te muevas, ya voy, pensó ella, mientras rogaba con todas sus fuerzas encontrar al objetivo de su búsqueda sano y salvo.

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El tremendo grito no despertó a Lasalo, pero causó alarma a Samir, Mandi y Yurik, que no tenían ninguna ventanilla para ver qué era lo que estaba pasando.

"No parece en tono de alarma," susurró la chica, para calmar tanto a los demás, como a ella misma.

"A lo mejor esta mujer está loca," señaló Yurik.

"No cre..." inició el muchacho del Einstein, cuando de pronto tuvo que interrumpirse porque sintió que le venía un estornudo.

"¡O no!" exclamó Mandi alarmada. "¡No lo hagas, Samir, por favor. Por lo que más quieras, aguántatelo!"

Pero él, a pesar de ponerle todo su esfuerzo, no pudo. Su esfuerzo por evitarlo empeoró la cosa porque no salió uno, sino una ráfaga de estornudos que retumbaron con fuerza por todo el avión.

Isabel puso el piloto automático y salió disparada de su asiento hacia el compartimiento de equipaje, mientras el muchacho Hafar pedía perdón a sus amigos.

"¿Quiénes son ustedes y qué cosa están haciendo aquí?" preguntó apenas abrió las cortinas y vio a los polizontes.

Los tres se quedaron paralizados como estatuas por unos buenos segundos, hasta que la conductora del Mario oyó decir a su espalda:

"¡Es por la competencia!"

Ella se volteó y vio a un cuarto joven sonriéndole de oreja a oreja.

"¿Y de dónde saliste tú?"

"¡Qué tal!" saludó el interpelado, dándole un apretón de manos. "Soy Lasalo Octolis, y los tres de allí son los miembros de mi equipo: Samir, Yurik y Mandi. Por si acaso yo soy el capitán," terminó diciendo con abierto orgullo, mientras que los otros tres lo miraban sorprendidos a más no poder, preguntándose cómo llegó allí.

"¿Capitán de qué? ¿Equipo de qué? ¿Qué es esta historia?" demandó la encargada del avión, entre confundida y molesta.

"Cómo, ¿no sabes?" continuó hablando Lasalo. "El NatuArenas ha organizado una competencia de desaparición, el equipo que se desvanezca por más tiempo hoy es el ganador. Los del mío vinieron a ocultarse acá y yo los seguí. Cuando tú entraste, ellos y yo nos escondimos para seguir con la competencia."

Isabel lo miró con la boca abierta, no estaba segura de creerle ese cuento de la famosa competencia, pero este chico parecía sincero de verdad. Después pasó la vista a los otros tres, ellos tenían cara más bien de preocupados y culpables, como cuando tu mamá descubre que fuiste tú la persona que se comió toda la crema que había preparado para la torta de su suegra.

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