Intento 45

109 22 92
                                    


Esteban tenía de nuevo la garganta seca por hablar sin parar. Tomó otra vez un buen trago de agua y se levantó de la roca donde se hallaba sentado.

"No sé ustedes, lagartijas, pero yo no puedo estar ni un minuto más sin moverme, voy a caminar un rato."

"Pero continúa charlando, Humano Único, me parece que no debe faltar mucho tiempo para que mi hermosa pareja establezca la conexión total," pidió L-Macho.

"Entiendo. Seguiré parloteando como loro, pero ya terminé de contarles la historia de cómo llegue acá, no sé qué más puedo decirles..."

"No puedo creer que no tengas otras narraciones para relatar," replicó la lagartija. "Nosotros somos una especie silenciosa, quieta, sin embargo, nuestras mentes se encuentran llenas de las proezas de nuestros antepasados; los misterios de la naturaleza, que no lo son más para nosotros; las preguntas inmortales filosóficas de la existencia; los poemas y canciones de nuestras familias y los creados por nosotros mismos; los descubrimientos; los..."

"Está bien, está bien," interrumpió el hombre recriminado, tratando de no exasperarse. "¿Qué cosa les interesaría saber sobre los humanos en general?"

El científico se sorprendió el no recibir, como de costumbre, una respuesta inmediata por parte de L-Macho. Escuchó un siseo entre él y su pareja, y dedujo que se estaban consultando.

"La verdad es que no hay mucho que nos interese saber de ustedes. Sin ánimos de ofender, no son una especie muy interesante que digamos y, por lo que nos has contado, son bastante primitivos y poco elegantes. Después de tantos años viviendo en este planeta, hubiéramos pensado que su progreso hubiera sido mayor. Partiendo de ese principio, si nos das una recopilación histórica de vuestro pasado, podremos entender porqué vuestra evolución es tan lenta, por no decir que pareciera estancada."

El primer impulso de Esteban fue protestar en forma vehemente, ante la conclusión que los animalitos habían hecho acerca de los humanos como especie. Después lo pensó mejor y vio que, bajo muchos puntos de vista, ellos tenían razón.

"Va a llevar un buen tiempo tratar de contarles nuestra historia, por más que la quisiera resumir. Tal vez no será muy evolucionada, como dicen ustedes, pero no se puede negar que es complicada y llena de acción. Denme un segundo para pensar por dónde debería comenza..."

"Hablar más, Humano Único, no te molestes; decir más, Humano Único, ¡no te esfuerces!"

El viajero esta vez sintió en su cabeza una voz dulce y femenina, firme y llena de carácter. Miró a su hombro derecho y vio que la otra lagartija lo miraba muy fijo y, podría jurar, que sus ojos sonreían de satisfacción.

"El Humano Único callado está, ¿será que escucharme aún no podrá?" preguntó L-Hembra, mientras Esteban vio que una sombra en sus ojos brillantes había transformado su mirada de orgullo a desolación.

"Escucharte puede, amada mía; entenderte no puede, vida mía," oyó declamar el científico a L-Macho.

"Perdona corazón, su lenguaje olvidé, primitivo es, tú tienes razón. Mas es casi indecente, hablar sin rima; es difícil para mi mente, ¡es no tener autoestima!"

"Sacrificios grandes, hacer debemos; yo sé que puedes, trata y veremos."

El explorador se mordió los labios para no decirles a los dos animalitos que sí era capaz de entenderles, ¡pero no quería imaginarse la pesadilla que iba a ser su jornada comunicándose con ellos en verso! En este caso, decidió ser egoísta por completo y dejar a la especie humana como ignorante, en vez de padecer una conversación al estilo lagartija por quién sabe cuánto tiempo. Por fin, L-Hembra se animó a decir con voz temblorosa:

"Humano Único, me..., me... ¿me puedes entender?"

"Entenderte puedo," contestó el aludido, y dándose cuenta de haberlo hecho por inercia en el modo lagartija, rectificó de inmediato su respuesta. "Te escucho perfecto," agregó.

"¡Magnífico!" exclamó L-Macho. "Ahora podemos planear los tres qué es lo que vamos a hacer."

"Pero creo que eso ya estaba claro," repuso Esteban. "Mañana debe estar por llegar Isabel y con ella saldremos de aquí de regreso a Analucía, donde averiguaremos en qué lugar se encuentra Vaspulia y continuaremos para allá."

"Humano Único," intervino la fémina de los tres, "Perdona que te contradiga, pero no veo cómo es que la famosa Isabel va a llegar mañana."

"De eso no tengo la menor duda. Ella vendrá a ayudarme porque se lo he pedido. ¿No harías tú lo mismo, L-Hembra, si L-Macho te lo pidiera?"

"Querido, ¿entiendes a quién se ha referido?" preguntó la pequeña lagartija.

"A ti y a mí, me ha parecido; son los nombres que él ha concebido," contestó su compañero.

"¡Qué desatino!" exclamó ofendida ella, mirando con ojos incrédulos al ser no reptiliano del grupo.

"Tienes razón, mi corazón," apuntó L-Macho para apaciguarla. "Recuerda amada, el Humano Único es, ten paciencia por esta vez."

Dejando escapar un gran suspiro, L-Hembra retomó su conexión con Esteban, esforzándose para que su voz no mostrara su indignación.

"No es eso a lo que me refiero, Humano Único, por supuesto que comprendo tu confianza en que tu pareja acuda, a tu llamado de ayuda... Perdón, que pienses que tu pareja va a venir. El detalle que imagino no has reflexionado es: ¿cómo va a llegar, si la entrada del túnel que comunicaba a través de las montañas está bloqueada?"

"Aunque no lo crean, sí he pensado en eso," respondió él. "Pero no va a ser un problema porque, si conozco bien a Isabel, ella no va a considerar la posibilidad de venir acá por vía terrestre, ella va a volar."

"¡No tenía la menor idea, que los humanos tuvieran esa capacidad de los pájaros y ciertos insectos!" exclamó esta vez en tono de admiración, el saurio femenino.

"No, L-Hembra, no la tenemos. Me refería a que va a conducir un avión y no deberá, entonces, pasar por el túnel," aclaró el científico, lamentando terminar con el raro minuto de admiración para su especie por parte de las lagartijas.

"Ya decía yo que ustedes no podían haber evolucionado ni siquiera en eso..." sintió decir en tono pensativo Esteban a su interlocutora.

"No lo decimos en modo de ofensa," se apresuró en atajar L-Macho. "Mi amada pareja se refiere a que, teniendo en cuenta vuestra estructura física biológica, parece improbable que los humanos pudieran llegar a volar."

"Aún tengo otra pregunta, Humano Único," retomó L-Hembra. "¿No entiendo cómo es posible que no tengas el ocufix?"

"No lo sé. Mi madre ni siquiera lo menciona. Puede ser porque nunca lo tuvo y no tenía la menor idea de su existencia, o por cuestión de seguridad..."

"¿Seguridad de qué?" insistió ella. "¿Por las personas que querían arrebatarte el otofix? Pero en ese caso, si tu madre se tomó tantos problemas para hacértelo llegar, ¿no sería lógico que hubiera hecho lo mismo con el ocufix?"

"No lo sé, no lo sé," volvió a repetir él. "Recuerden, que si la compañía de construcción Twin no hubiera hallado el paquete, yo nunca lo hubiera recibido. Quién sabe si el ocufix no tuvo la misma suerte para ser encontrado."

"En eso, el Humano Único tiene razón, corazón," sintió comentar el viajero a L-Macho.

"En todo caso," continuó L-Hembra, pero esta vez con un tono más complaciente, "va a ser difícil tomar el camino correcto a Vaspulia sin tener el ocufix."

"Estoy de acuerdo," dijo Esteban, "pero los humanos decimos que no hay peor intento que el que no se hace." Y notó que las dos lagartijas lo miraron con intensidad por unos largos minutos, hasta que percibió que ambas le dijeron:

"Es una gran verdad Humano Único. A pesar de todo, puede que aún haya esperanza de evolución para la humanidad".

IntentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora