Intento 53

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Isabel y Esteban escucharon, con atención y sin interrumpir, la narración de Mandi salpicada con las intervenciones esporádicas de Samir y Alexander que agregaban tal o cual detalle. Los tres jóvenes podían leer las expresiones de asombro, consternación y preocupación dibujadas en los rostros de la pareja que se encontraba perpleja escuchando su historia. También notaron que se horrorizaron por momentos, sobre todo cuando Alex explicó su situación y aquella de las personas como él. Ninguno de los dos parecían experimentar el más mínimo indicio de sospecha o desconfianza de lo que les estaban contando.

Mandi tenía razón, se dijo Samir, que era capaz de percibir e interpretar cada cambio sutil en el rostro de sus interlocutores. Nos van a ayudar, concluyó antes de que ellos dijeran nada al respecto.

"Y eso es todo," terminó con su relato la muchacha de Analucía.

Un remolino de imágenes pasaron como un rayo por la mente de Isabel: la reunión de estudiantes en su Universidad para organizar la protesta, los noticieros de televisión anunciando el incendio del laboratorio, los funerales de sus compañeros fallecidos. Y el sentimiento de culpa se le agarrotó de nuevo en la garganta; tal vez ella hubiera podido haber evitado la tragedia tan solo con hablar o hacer algo, en lugar de escoger retirarse de todo el asunto y guardar distancia. Esta vez no sería así, no iba a lavarse las manos y no hacer nada; esta vez no solo hablaría, esta vez actuaría.

Esteban y ella se miraron y, sin decir palabra, supieron que se hallaban de acuerdo en ayudar a los jóvenes. Fue la fémina quien anunció:

"Está bien, pueden contar con nosotros. Todavía me es difícil imaginar, que este gran mercado criminal de abuso pase bajo las narices de todo el mundo sin que nadie se entere."

"Nadie es peor ciego que el que no quiere ver," repuso Mandi, usando una de las frases preferidas de su mamá. "Estamos tan cómodos y contentos consumiendo todo lo que podamos echar mano, que no nos ponemos a pensar de dónde viene, cómo fue producido y, menos aún, quién lo hizo. Y si es un precio ridículamente barato el que pagamos cuando compramos algo, más contentos nos sentimos, sin pensar que eso significa que quien lo produjo recibe un pago mísero por su trabajo. Encima después nos preguntamos, ¡por qué hay tantos muertos de hambre en el mundo!"

"Obvio que esa no es la única causa," intervino Samir, "pero, por los cálculos rápidos que he hecho, para ser exactos es..." y viendo las miradas ansiosas de Mandi y Alex, decidió cambiar lo que iba a decir, "Bueno, es un porcentaje importante de la población que podría dejar de vivir en la pobreza, si todo el mundo practicara un comercio justo."

Un silencio profundo y pesado descendió sobre todos, cada uno ensimismado en sus propias reflexiones. Cada uno pensando que de alguna u otra forma habían sido cómplices ignorantes, pero cómplices al fin y al cabo, contribuyendo con la situación de terrible necesidad en que tantas personas se encontraban inmersas y con pocas esperanzas de surgir de ella. Parecía increíble cómo las elecciones simples, diarias, de qué productos comprar, pudieran tener una influencia tan decisiva en la vida de otros.

De pronto, una voz varonil y profunda rompió el encantamiento:

"¿Qué hay para comer?"

Ante la simpleza de la pregunta todos rompieron a reír. Lasalo los miró sin entender cuál era el chiste, pero, para no estar fuera de foco, él también se puso a carcajear. Mandi lo miró con grandes ojos y lo presentó:

"Éste es Lasalo Octolis, el capitán del equipo."

******

La cena consistió de varios sobres de alimento deshidratado, Isabel se alegró de haber traído tanta comida extra por si acaso. Esteban compartió lo que le quedaba de chocolate caliente, que bebieron acompañado con galletas de mantequilla de maní, regaladas por la Sra. Suon a su huésped de Contilae de antes de partir porque Kim le había recordado, que el Sr. Tochigu había dicho que eran las mejores galletas de mantequilla de maní que jamás había comido. la chica Vora no probó ni un pedacito por su alergia a las nueces. Lasalo encontró tal hecho magnífico porque ella, gustosa, le dio su porción cuando él se las pidió. Samir preparó para Mandi unas de tipo instantáneo, combinando un paquete de avena para el desayuno, leche deshidratada, lo último del chocolate caliente en polvo y un poco de miel para unir todo. La hija del chef las aceptó con miedo, sobre todo después de haber sido testigo de la destreza de Samir en la cocina. Pero no podía decir negarse ante el esfuerzo de su amigo. Cuál fue su sorpresa al gustar el primer bocado y descubrir que, en realidad, la galleta improvisada sabía delicioso.

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