Intento 129

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 "Frodaleu Glo, yo..."

"No se esfuerce en darme una explicación, supervisor Fru," interrumpió en forma calmada el recién llegado, con la autoridad que le daban sus años y su rango.

El aludido no dijo más, decidió que mejor era cerrar la boca. Cualquier cosa que podría inventar, al final solo empeoraría su situación. La imagen que presentaba la habitación era tan clara y explícita, que cualquier niño hubiera podido entenderla: los supervisores habían localizado a los alienígenas que tanto buscaban, los tenían sujetos en el cuarto y se hallaban en plena interrogación. Fru era el responsable de la operación y no había acatado la orden principal: apenas sean encontrados, contactar a uno de los Cinco.

Tener iniciativa propia no era un problema dentro de La Luz, pero ignorar un mandato directo... Para remate, era justo el frodaleu Glo quien lo había descubierto, el que en todo momento estuvo opuesto a utilizar a gente con las destrezas de Tlar como método de interrogación. A los otros tampoco les gustaba mucho dicho procedimiento, aunque lo entendían necesario en casos de extrema seguridad cuando existía una amenaza, cuyas consecuencias significaban la vida o la muerte de algún individuo.

Fru, en completo silencio, se preparó a escuchar su sentencia sin protestar. Aquella no tardó en llegar:

"Supervisor Fru, vaya a su oficina administrativa, prescriba a los demás de concluir la búsqueda y que se unan a las celebraciones. El resto síganlo y quédense allí hasta que los vaya a ver. No hablen de esto con nadie."

El amonestado no se hizo de rogar, en un instante ya caminaba junto a sus compañeros, saliendo de la habitación con el interrogador cerrando el cortejo.

"Tlar," pronunció en modo de saludo el comparecido cuando aquel pasó a su lado.

"Frodaleu Glo," repuso él, sabiendo que no podría utilizar sus habilidades nunca más, quien le acababa de hablar se encargaría de ello. Tal vez otro le hubiera perdonado, arguyendo que él solo obedecía las disposiciones del Supervisor en Jefe, pero no Glo; alguien que siempre aseveraba que cada persona tiene capacidad de decisión propia, que la excusa de hacerlo porque seguía órdenes no era válida ni admisible. Tlar nunca dejaría de reprocharse el aceptar ayudar a Fru, sabiendo que lo hacía a las espaldas de los frodaleus; sin embargo, el reto de trabajar con una especie desconocida, experimentando sus talentos y su fuerza, fue una tentación demasiado grande. Para su desgracia, las consecuencias serían aún mayores.

******

En pocos segundos, no quedó ni el mínimo rastro de los supervisores en la sala. Samir saltó de la silla apenas lo libraron de sus amarres, siendo el primero en acercarse donde Mandi,

"¿Estás bien?" le preguntó.

"Sí. El gordito hizo que desapareciera el..., bueno, lo que fuera que estaba haciendo, y ahora me siento increíble,"afirmó ella, mientras terminaba de ser rodeada por el resto, que también se aproximaron a su entorno para ver cómo se hallaba.

"Tsi, no sé si te acuerdas de mí. La última vez que te vi, eras una pequeña niñita. Soy Glo, el amigo de tu abuelo," y sin esperar respuesta continuó. "Esta compañera de ustedes," pronunció mirando a Isabel, mas fijándose en su hombro, "a la que llaman L-Hembra, fue la que me ha explicado la situación. Su mente, gracias a tu abuelo, Tsi, es capaz del proceso de transferencia, así que conozco ya todos los detalles. Todavía no estoy muy convencido que deba ayudarles, ¿están seguros qué es posible que, en vuestro mundo, se haya creado algo que detenga a la oscuridad?"

A Samir no le cabía la menor duda de ello por sus estudios con el profesor Quispe, sumado a que conocía bien la capacidad intelectual de los del Einstein. Tenía la certeza que poseían u obtendrían la tecnología y los métodos para hacerlo.

"La probabilidad de eso es de aproximadamente 98.34 %," contestó él.

"Mis cuatro colegas de los Cinco dirían: entonces, así sea, y que deberíamos aceptar el destino que la Naturaleza nos envía, pero yo... Tu abuelo tenía razón, Tsi, lo que estos seres hagan en su planeta no es algo decretado por la Naturaleza, es su reacción ignorante de las consecuencias. Es inaceptable que los dejemos hacer a razón de no querer interferir; es una decisión de ciegos, de gente que se rehusa a pensar por sí misma, solo por cumplir una ley. Las reglas están hechas para que las personas vivan en paz y darles la oportunidad de realizar su potencial, pero cuando tales leyes son seguidas sin pensar, cuando se convierten a ser más importantes que la vida misma, significa que es el momento de transformarlas por algo mejor. No se preocupen, yo los llevo al túnel de convergencia. Síganme."

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