Intento 48

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Esteban escuchó un ruido proveniente del Mario que lo hizo levantar la mirada hacia ese lugar. De pronto, vio asomarse por la puerta tres jóvenes con caras preocupadas e inciertas. Apartó con suavidad a Isabel de sus brazos, intentando reconocer quiénes podían ser. Ella también volteó la cabeza hacia esa dirección, para descubrir qué era lo que le había llamado la atención. Al ver a los chicos, se acordó de la presencia de los cuatro polizontes que había cargado consigo. Les hizo señas indicando que descendieran del avión y, al precatarse que solo bajaron tres, les preguntó:

"¿Qué fue de su otro compañero de equipo? ¿El famoso capitán?"

"Lasalo se volvió a dormir," respondió la muchacha, e Isabel notó de inmediato por su forma de hablar y su expresión, que debía estar perdida por él.

"Bueno, si quieren estirar las piernas den un paseo, pero no muy lejos porque seguro estaremos regresando pronto al NatuArenas," les indicó.

"¿Quiénes son esos?" inquirió Esteban confundido por completo, una vez que los tres se habían alejado unos metros de distancia.

"Ah..., la verdad es que no estoy muy segura. Me han metido un cuento de un concurso que no me lo termino de creer. Pero ahora no es mi tiempo de hablar. Por favor, cuéntame y explícame todo con lujo de detalles sobre qué te ha sucedido desde que partiste de Contilae.

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Los miembros de Samir, Yurik y Mandi se hallaban agradecidos de por fin moverse y desentumecerse. Hacía un buen rato que lo necesitaban, no obstante, las ondas neurológicas que los dirigían se habían obstinado en tener doblados sus huesos y apachurrados sus músculos. Por fin el cerebro, que se creía el elemento más importante del cuerpo por el hecho de tener gran poder sobre el resto, dio la señal de moverse, enviando un maravilloso alivio total. Los tres jóvenes podían comprender el agradecimiento tácito de su cuerpo, sintiendo muchísimo mejor su estado físico y ánimos más positivos.

Ninguno de ellos se decidía a abrir boca, hasta estar seguros de encontrarse a una buena distancia de la pareja que se acababa de reunir. Fue Samir quien robó la iniciativa:

"Lo primero que quisiera saber," dijo como retomando una conversación cortada a la mitad, "es tu verdadero nombre, Yurik."

Los otros dos bajaron la velocidad de sus pasos y se miraron como preguntándose qué debían hacer. El estudiante del Einstein continuó:

"Miren, me parece tener una buena idea de lo que está pasando, pero no me parece justo estar en tal desventaja, de no poder saber siquiera tu nombre real," habló dirigiéndose al otro chico. "Creo que ahora yo estoy metido hasta los codos en este asunto y me merezco, por lo menos, poder llamarte con tu nombre de verdad."

"Alexander, Alexander Gregory," respondió él.

Mandi vio a su costado un lugar con sombra, proyectada por una saliente de la montaña. Sin decir nada, se sentó allí y sus compañeros hicieron lo mismo de manera automática. El muchacho pelirrojo esbozó una sonrisa,

"La verdad es que tienes razón, Samir, y me quitas un peso de encima. Uno se siente un hipócrita respondiendo a un nombre que no es el suyo, como si uno fuera culpable de algo, cuando en realidad es todo lo contrario."

El joven Hafar miró a la hija del chef en silencio, esperando que fuera ahora ella la que se decidiera a hablar.

"Ya sé, te mereces una explicación," dijo la muchacha, comprendiendo su expresión.

"Más bien una aclaración," repuso él. "Creo que entiendo un 90% de lo sucedido, pero hay un 10% de detalles que quisiera verificar. A ver, Yur..., perdón, Alexander fue una de las razones por la que fuiste a Lobla, la otra es algo que tuviste que hacer en el hospital, pero creo que es algo personal, no necesitas contarme sobre eso si no quieres...," Samir hizo una pausa, y notó con claridad que ella no deseaba hablar sobre tal asunto. Él continuó:

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