Intento 131

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 "Este camino no es el que lleva al túnel de convergencia," señaló Isabel a Glo con palpable alarma.

"No es la forma directa, pero es el sendero correcto," le respondió el aludido con tranquilidad, en tanto pasaban por un corredor ya vacío de supervisores.

"No veo cómo...," insistió ella, mientras consultaba su reloj.

"Tendremos que dar un par de vueltas, aparentemente alejándonos, mas al final llegaremos a su destino. No se preocupen," aseguró él.

"No entiendo la razón de hacer esto, ¡no hay tiempo para estar paseándonos!" Reiteró su acompañante en un tono casi desesperado; le quedaban menos de tres minutos para dar el encuentro a Esteban.

"Es la única manera," repitió el frodaleu de modo calmado. "No te preocupes, el enviado de Fle no podrá irse sin ustedes."

Isabel no podía evitar creerle, su timbre de voz y seguridad le inspiraban una gran confianza, pero su reloj le gritaba lo opuesto. Se sentía en extremo tentada de dejarlos, salir disparada directo al túnel de convergencia y pedir a Esteban que esperase al resto... Sin embargo, no podía arriesgarse a ser detenida y que otro frodaleu se enterase de lo que ocurría, eso pondría en peligro a los demás. Ella apuró el paso, obligándolos a caminar a un ritmo veloz. El amigo del Inventor no protestó; a pesar de su edad, él se encontraba en buen estado físico. Solo se dejó escuchar el jadeo de Malcini, que trataba de no quedarse atrás del grupo.

"Esto tiene sentido, Isabel," afirmó Samir, al verla a punto de entrar en pánico, aunque no se atrevió a continuar, se notaba a leguas que la científica no tenía humor para explicaciones.

La certeza del chico le dio un poco de tranquilidad, esperaba con todas sus fuerzas que él y Glo tuvieran razón. Lo único que le quedaba, era aguantarse las ansias y rogar que el rumbo que seguían no fuera muy largo.

Mandi andaba al costado de Samir, detrás de Glo e Isabel, seguidos por Alexander y Tsi. Ellos también se preguntaban acerca de las vueltas que les estaban obligando a hacer, salvo por la nieta de Fle, que tenía la costumbre inherente de confiar en la palabra de un frodaleu. Su desasosiego no era acerca de si el túnel de convergencia todavía se hallaría disponible cuando llegaran, sino más bien lo contrario: en unos momentos todos se irían, Alex se marcharía...

"¿Tienen alguna idea de por qué los supervisores no los detectaron con sus instrumentos de vigilancia?" inquirió para apartar esos pensamientos.

"Tal vez sus aparatos no están hechos para notarnos porque somos nuevos para ustedes," contestó Mandolina.

"Tan diferentes no somos," protestó Alex. "Mira a Tsi: tiene una cabeza, dos ojos, dos brazos y dos piernas, ya sé que es súper linda y yaba, pero igual somos parecidos."

El muchacho pelirrojo había pronunciado sus palabras sin pensar y fue tan natural cómo se expresó, que la mencionada no pudo evitar cambiar de color, por menos de un segundo, a un anaranjado rojizo igual que el del cabello de él. Fue un acto instintivo que no pudo controlar, aunque tan rápido, que se alegró que nadie lo notara. El estudiante del Einstein le daba la espalda, así que estaba segura que ni siquiera él pudo darse cuenta de lo que sucedió.

"Es verdad," apuntó Mandi, "pero eso es por fuera. De repente por dentro somos tan distintos, que sus instrumentos no piensan que estamos vivos y, entonces, no nos hacen caso."

"Eso debe de ser," intervino Samir. "Por dentro tenemos algo que hace que no nos detecten... ¡Claro! Les apuesto que tiene que ver con la sangre que nos dio Esteban. Tu abuelo, Tsi, no debe haber dejado pasar ese detalle. Tú misma nos has dicho que él siempre se encontraba en guardia, tratando de ocultar lo que hacía. Es más que seguro, que no querría que fuésemos notados, ¿y qué mejor forma de hacerlo, que evitando ser descubiertos por los aparatos de vigilancia de los supervisores? Yaba, la combinación del veneno de L-Macho con la sangre de Esteban hizo que, aparte de asegurar nuestra sobrevivencia en este medio ambiente, tengamos una defensa que nos hace invisibles a esos instrumentos."

"Es posible," repuso Tsi. "Mi abuelo no era de dejar cabos sueltos y, conociendo bien a los frodaleus, habría pensado en alguna manera de burlar su vigilancia."

"Y tu abuela, que se especializaba en biología genética, de hecho lo ayudó con eso, la probabilidad es de...," Samir se detuvo, al percibir un apretón suave en su brazo y de inmediato vio la sonrisa de Mandi. "Bueno, estoy casi seguro, que eso debe haber pasado," terminó.

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