Intento 112

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Raymundo se encontraba rodeado por diferentes tonalidades de parches verdes de cultivos, el aire era fresco, sin ser frío por completo, el cielo límpido, de un azul intenso. Él nunca había estado en la realidad en un lugar parecido, mas este ya le era ya familiar, puesto que se trataba del ambiente preferido de Vania para los parques. Varias veces el adulto le había preguntado porqué escogía aquel sitio en particular, la niña le había contestado que lo creó ella misma poco a poco, añadiendo cosas aquí y allá, hasta obtener el resultado perfecto. Y ese resultado, ¿dónde era? Ni ella misma podía decirle, se trataba de alguna localidad que siempre había tenido dentro de su cabeza en la que se imaginaba estar cuando se hallaba triste o molesta; la ayudaba a calmarse y mejoraba mucho sus ánimos. Esos recintos de realidad virtual le habían dado la oportunidad de reproducirlo y pasar tiempo dentro.

Su acompañante se cuestionaba cuál sería la razón de que un espacio así se impregnara en la memoria de la pequeña, seguro había visto la foto en alguna parte y la dejó impresionada. No la culpaba, de verdad representaba un ambiente tranquilo y uno se sentía libre en él. Era idílico, salvo por las casas que se veían a lo lejos porque, a pesar que sus detalles se perdían por la distancia, era evidente que se trataba de moradas muy pobres.

"Bueno, Vania, me dijiste que querías conversar conmigo."

"Ajá,"pronunció ella, mas no añadió nada y siguió sentada, observando una mariposa posada encima del pasto.

"Y querías hablarme sobre...," volvió a insistir el mayor de los dos.

La chiquilla, sin voltear la mirada, tomó un gran suspiro y le interrogó,

"Raymundo, ¿te parezco una tonta?"

"¿Estás bromeando? Sabes muy bien que no es así, que encima tu inteligencia es superior de la mayoría de la gente. Vienes del Einstein, ¿no? Y no tengo que explicarte lo que eso significa. Encima, el Jefe te trajo y ya sabes que los exys que viven aquí son los más especiales."

"Eso es lo que no me cuadra muy bien," interrumpió su interlocutora, que de pronto comenzó a hablar a borbotones. "A Nicola y a mí nos dijeron, cuando por fin se decidieron a contarnos esta historia de Delik, que nos habían traído acá porque ambos teníamos ciertas capacidades intelectuales necesarias para garantizar, que el proyecto de detener al agujero negro fuera un suceso. O sea, que éramos los súper yabas para sacarle la mugre a Delik. Pero mira, yo ya no tengo nada qué hacer y no me creo más inteligente que Nicola, como para decir que terminé más rápido que él por mi genialidad. La probabilidad de eso es de solo 3.07%. Me huelo que lo que yo he hecho no es tan importante como me lo pintaron, que solo me dieron trabajo para tenerme feliz y contenta, pero que en realidad no sirvo para nada."

"Vania, creo que estás haciendo un lío por gusto. Si estás en el complejo no es por otro motivo que el ser alguien especial. El Jefe no se habría tomado los problemas en hacerte desaparecer si no fuera así."

"Ya lo sé, he pensado en eso. La probabilidad de que me trajeran por otra razón o por error es de solo 0.67%. Pero tú igual terminaste aquí y no eres..., bueno, no eres..."

"¿La persona más inteligente del mundo? No necesitas decírmelo, comparado con cualquiera de ustedes soy un completo tarado."

"Ya pues, no es para tanto, Raymundo," repuso ella, un poco avergonzada de haber llevado la conversación a ese rumbo.

"No te preocupes que no me ofendo, sé que es verdad. Pero al final, también sé que soy la prueba tangible que la inteligencia no lo es todo. Sin mí, ni el Jefe ni ustedes hubieran podido lograr que lleguemos a este punto, en donde derrotaremos a Delik y los exys serán aceptados. Aunque esto último no sé aún en qué va a terminar, nunca es bueno centralizar el poder en un grupo reducido, por más perfectos que ustedes sean," terminó reflexionando el científico como para sí mismo, sin embargo, viendo la expresión de confusión en el rostro de su joven compañera se apresuró a agregar: "En fin, lo importante es que no te debes hacer problemas; inteligencia es algo que no te falta, Vania."

El rostro de la pequeña se iluminó con una gran sonrisa, hacía días que se encontraba frustrada con la idea de ser una tonta y como todos parecían hallarse ocupados en otras cosas, (Nicola ni qué decir e incluso Dimos que antes ¡siempre tenía un tiempo para ella!), sentía que la estaban dejando de lado, fuera de la acción. De improviso, su sonrisa volvió a desaparecer,

"¿Por qué crees, entonces, que no me dan nada qué hacer?"

"Seguramente porque te tienen reservado algo después. Yo no me haría líos por eso. Piensa más bien, que ya no falta nada para la destrucción de Delik. Es mañana el gran día, ¿no? Mejor anda preparándote para regresar al Einstein y ver a todos por allá. ¿No es eso yaba?"

"¡Sííííííííííííí!!! Me muero de ganas de ver a Elisa, mi mejor amiga, ¿ya te había hablado de ella? Mira, acá tengo su foto," y rápido comenzó a buscarla en su librel.

"Sí, ya me habías hablado de ella, la que anda loquita por animales y dice que va a ser veterinaria, ¿no?" respondió el cuestionado mientras alargaba su mano para tomar el librel ofrecido.

La fotografía de la amiga era lo que hasta ahora nunca había visto. Do Santos se quedó observando la imagen transfigurado.

"¿Qué pasa? ¿No está clara?" inquirió la infante, al ver su expresión de confusión y sorpresa.

"No, no es eso," afirmó él con los ojos fijos en el aparato, mirando la las figuras de Vania y una chiquilla como de su edad, ambas sonriendo felices, teniendo en la mano un par de helados. Al lado de ellas había una persona más, una mujer elegante y guapa que también sonreía a la cámara.

"Ella es Elisa," indicó con el dedo la dueña del retrato a la niña de su costado. "Fue un día que salimos a tomar helados y pedí a una persona de por ahí que nos tomara una foto. La otra es Samantha, la que nos llevó de paseo. Ya te conté de ella también, ¿verdad?"

"No, Vania," contestó Raymundo, sin apartar los ojos de la guapa Samantha Lloyd.

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