Intento 23

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 "Papá."

 "¿Si?" repuso el Chef Vora con los ojos fijos en la carretera.

"Te quería hablar del asunto de la encomienda," prosiguió Mandi mientras miraba a Samir a fin de asegurarse que se hallara dormido.

"¡A sí, claro! La encomienda... De repente este no es el mejor momento para conversar sobre de eso, hija," sugirió el conductor del auto, echando un rápido vistazo también al muchacho. "Esperemos a llegar a casa para charlar con tranquilidad y en especial con tu madre que, como organizadora, necesita enterarse de todos los detalles sobre el asunto."

"Sí, papá, pero es importante que sepas ahorita, y que estén preparados en el NatuArenas, porque la encomienda se ha adelantado y va a llegar mañana en la noche."

"¿Mañana en la noche? ¡Se suponía que no lo haría hasta dentro de una semana!"

"Ya lo sé, por eso tenía apuro de hablar contigo a solas," aclaró la chica, viendo de nuevo al que descansaba a su lado. "Mira, la persona que prepara las encomiendas tenía que empaquetarla antes de lo previsto porque los productores iban a cambiar en unos días a los empleados por cosas de entrenamiento. Entonces, si el empaquetador no la mandaba ahora, él no iba a estar allí para hacerlo después. Y ya sabes que él es el único empaquetador al que podemos confiar este trabajo."

"Comprendo," pronunció en tono abstraído su padre.

"Creo que, como justo vamos a ir al el NatuArenas porque dejaremos allí a Samir, podemos aprovechar el momento para que ellos estén listos a recibirla."

"Bien pensado. No me gusta envolverte con las encomiendas, Mandi, espero no hayas tenido ningún problema, en especial con la aduana."

"No papá, no te preocupes. Sé que ni tú ni mi mamá están contentos que me meta, pero, como te dije antes, ya no soy una bebé y puedo hacerlo."

"Si por nosotros fuera, tú no estarías en nada de eso."

"Ya sé, pero yo entiendo perfectamente cómo es lo de una encomienda. Y solo tenía que hacer unas preguntas acerca de su envío, aprovechando que estaba en Lobla. Recuerda que todos estuvimos de acuerdo que esa era la mejor manera y con menos riesgos para la organización y la encomienda misma."

"Sí, lo que sea, pero no quita que tu mamá y yo no nos preocupemos."

Samir desplazó su brazo derecho con los ojos cerrados y, a pesar de no ser su intención, causó que tanto el chef como Mandi dieran por terminada su conversación. Él no había conseguido dormir, es más, había escuchado cada palabra pronunciada. Al inicio no mostró que se encontraba despierto, con la idea de que al fin padre e hija pudieran hablar a gusto sin que él los molestase. Cuando la charla continuó hacia un rumbo inesperado, consideró que iba a ser peor si ellos se daban cuenta de que se hallaba consciente y que había escuchado gran parte de la plática, así que siguió haciéndose como si soñara tal cual un recién nacido. La verdad era que lo único que se le adormiló fue el brazo derecho y por eso lo movió.

Ahora, el estudiante del Einstein trataba de hacer sentido de lo que había escuchado, quedaba claro que el asunto de las encomiendas era una cosa problemática en esta región y... De pronto le vinieron las ganas de estornudar, los suyos eran famosos no solo por su ruido como motor de avión, sino porque venían siempre acompañados; eran mínimo una ráfaga de cinco o seis por vez. No había cómo seguir fingiendo, abrió los ojos e inició el tornado.

"Vaya, Samir, tú sí que estornudas con gusto," afirmó riéndose Naresh Vora.

"Perdón," se disculpó él, embarazado.

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