Intento 91

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Samantha Lloyd fue la primera en recibir novedades de Raymundo. A su librel llegó un mensaje breve con la historia creada por Belinda en el complejo de los exys. Se alegró de encontrarse en el Galileo para ver cómo iban las cosas porque así podría pasar la noticia en forma directa. Convocó ese mismo día, una reunión urgente con todos los coordinadores de las diferentes investigaciones y labores del proyecto Delik y les pasó la información. La mayoría pareció sorprendido en extremo, no conocían ellos tan bien a su colega como ella misma, aunque, durante el poco tiempo que él había estado en el Galileo, había dejado una buena impresión en lo relacionado a su dedicación al trabajo y profesionalismo. Era difícil de creer que, de un momento a otro, hubiese entrado en pánico y salido corriendo del asunto. Otros sonrieron con malicia al razonar que la causa fuese Belinda Alegre; la verdad es que hay gustos para todo, parecían pensar, ¿quién diría que alguien quisiera pasar más de medio minuto con esa mujer?

El que demostró mayor desconcierto y preocupación con el anuncio fue Saturnino Quispe. Ese mismo día, se comunicó con Samantha desde temprano, preguntándole si sabía algo de Raymundo y su acompañante. Él se hallaba enterado de su viaje a Lobla, pero se suponía que debían haber retornado el domingo en la tarde y, hoy lunes, los del hotel le habían indicado que no habían regresado durante la noche. La directora del Van Leewenhoek le dijo que seguro recibirían noticias de ellos pronto, que a lo mejor perdieron su vuelo de regreso o algo así. Ahora, el aviso de su escape amoroso había puesto pálido el rostro del profesor que, terminada la breve reunión, se le acercó de inmediato:

"Dra. Lloyd, ¿está segura que el mensaje que recibió es de buena fuente? ¿No será una..., euh..., broma de alguna persona?"

"Prof. Quispe, no crea que voy a anunciar algo tan serio como esto sin verificar antes. Después de recibir el mensaje, tuve a alguien que me confirmó que este provenía del librel de Raymundo en realidad y que no cabe la menor duda sobre eso."

"Pero no cree, que hay la posibilidad que alguien forzara..., digamos, que al Dr. do Santos se le perdiera el librel y que sea otra persona que lo esté usando..."

"¿Y cuál sería el motivo?" preguntó Samantha con curiosidad al notar el nerviosismo de su interlocutor. "Para tranquilizarlo, le diré profesor, que no solamente verifiqué de dónde provenía el mensaje, también he investigado donde se encuentran Raymundo y Belinda en estos momentos. Resulta que tengo muy buenas relaciones con la Policía Internacional y ellos confirmaron rápido, entre otras cosas, vuelos, aeropuertos, hoteles. Le contaré que ya los hallaron en una pequeña isla, una de esos paraísos de coral, muy bien instalados en el hotel como dos palomos enamorados."

El astrofísico no podía creer lo que estaba escuchando, ¡comenzando que Belinda y Raymundo no tenían ninguna relación amorosa! Dicha información extra solo hizo que él se preocupara más porque le decía a gritos de modo rotundo, que quienes fueran los hospedados no podían ser ellos dos. Eso significaba, que si alguien se estaba tomando el gran esfuerzo de crear esta historia era porque no quería que supieran el verdadero lugar donde ellos se encontraban.

El científico del Einstein se puso aún más pálido, al llegar veloz a la conclusión que la supuesta pareja se habían convertido en dos desaparecidos más. Debatió por unos segundos acerca de si debía revelar todo a la Dra. Lloyd, pero decidió que no valía la pena, ¿en qué podía ella ayudarlo? Lo mejor era contactar a la Policía Internacional y contarles todo lo que él sabía. Muy a su pesar, tendría que esperar hasta la noche para hacerlo, no podía darse el lujo de una pausa en su trabajo, y menos ahora que había perdido preciosos minutos en aquella reunión.

Ese fue un día de ardua labor para el profesor, se la había pasado revisando una ecuación de trayectoria que no lo terminaba por convencer. La susodicha parecía cien por ciento correcta, incluso, al verificarla con sus colegas, todos ellos concordaron con la misma. Sin embargo, algo le insinuaba que no estaba bien, tal vez el cansancio de haberla revisado tantas veces era lo que le hacía ver problemas donde no los había. Mas se trataba una ecuación crucial para definir la ruta del opuesto, no era admisible ningún margen de error en eso; el resultado sería la ruina del proyecto, y si el proyecto Delik fracasaba... Lo mejor que puedo hacer es dormir bien esta noche, para volver a revisarla con una mente fresca, se dijo el científico entrando a su hotel. Él se encontraba tan distraído, que la joven de la recepción tuvo que llamarlo más de dos veces para ganar su atención,

"¿Señor Quispe?"

"¿Si?"

"Le ha llegado una carta de papel," le notificó la recepcionista, que lo miró con gran curiosidad; era la primera vez que ella recibía una misiva no electrónica, tan rara de ver en estos días.

"Gracias," repuso el astrofísico, todavía ensimismado en sus cavilaciones.

Una vez en su habitación, se dio cuenta de lo que tenía en las manos. Intrigado, abrió el sobre que solo mostraba su nombre, por más que le dio vueltas no vio remitente. Cuando terminó de leer la nota escrita por Dimos, el profesor resolvió no contactar a la Policía Internacional, pero eso no significó que se tranquilizara con respecto a Raymundo y Belinda. Por otro lado, ¿qué otra cosa él podría hacer? Situó el asunto bajo perspectiva, sabiendo que tendría que escoger apostar sus energías y acción entre: descubrir qué era lo que estaba pasando a sus colegas o combatir al agujero negro. En otras palabras, ayudar a dos personas o salvar a toda la humanidad. Su decisión era simple, sin embargo, eso no quería decir que no se sintiera mal de abandonar a sus dos compañeros.

Me ocuparé de ellos apenas terminemos con Delik. Por el momento, solo me queda tener los ojos bien abiertos acerca de sus noticias, si es que recibo otras noticias..., pensó.

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