Intento 66

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El color del cielo tomó esa penumbra gris que anunciaba, que la luz diurna partía a descansar. A pesar de haber sido un día de temperatura agradable, se podía sentir que el calorcito que los había acompañado también se estaba despidiendo de ellos con un largo y gradual: hasta la próxima. La comida había sido austera, habiéndose terminado las últimas provisiones que tenían. Lasalo fue el único que se quejó, diciendo que apenas llegara a Camfulhe y se acomodaran en algún hotel, de todas maneras él iría a tomar una cena como se debe. El resto no protestó, nadie tenía mucho apetito; sus mentes se hallaban ocupadas tratando de digerir sus maquinaciones, esperando que todo funcionara tal cual lo habían calculado. El asunto era el siguiente: pasar desapercibidos una vez que se encontraran en Camfulhe y partir de esa ciudad, invadida por agentes de la Policía Internacional, lo antes posible. Ya todos habían aceptado el hecho que el plan propuesto por Esteban era la mejor salida, por no decir, la única. 

Llegarían al aeropuerto durante la noche para poder descender del Mario en la zona de carga internacional, por ser esta la de menor riesgo posible de ser detectados. Esperar hasta la noche les daba dos ventajas: una era la oscuridad, sería mucho más difícil verlos bajar y más fácil ocultarse; la otra era que la susodicha zona se presentaría desierta. Ellos habían verificado los vuelos a través de la Supernet con el librel de Samir y, a esas horas, no había ninguno programado proveniente del extranjero.

A Mandi le preocupaba la posibilidad de que, durante el período que se demoraran en bajar del Mario, ellos fueran descubiertos por el radar y que los policías destacados en el aeropuerto fueran a detenerlos. Isabel calmó sus temores explicando que si solo tomaban unos minutos en salir del avión, los controladores del tráfico aéreo lo interpretarían como el tiempo que la nave necesitaba para ajustar su aterrizaje. Eso era algo usual que muchos pilotos inexpertos hacían, había añadido. Ella, además, podría simular el movimiento del aeroplano para aparentar tales maniobras. Por otro lado, también serviría a sus propósitos más tarde porque era muy probable que, luego, lo interpretarían como una indicación de que algo estaba bastante mal en el Mario que terminó estrellándose poco después. Todo eso contribuiría, en cierta forma, otorgarle mayor credibilidad a la historia que se encontraban escribiendo.

Una vez en la zona de carga, la idea era aprovechar la confusión para tomar un vuelo a otro lugar, ya que habían algunos de aviones saliendo cerca de la hora que planeaban llegar. El problema era que necesitarían viajar de incógnito; no podían utilizar sus verdaderos nombres, los que todavía estarían en el sistema de las líneas aéreas como personas buscadas por la policía. La solución no era tan simple como cambiarse de Mandi a Hermenegilda y listo, iban a tener que mostrar sus tarjetas de identidad... Samir salió al rescate, él propuso acceder al banco de datos y cambiar el código que los identificaba como Buscados, de tal manera que pasarían inadvertidos; serían como cualquier hijo del vecino y no darían la señal de alarma.

"Pero, ¿cómo podrás hacerlo?" preguntó entonces, incrédula, Isabel. "Eso significa acceder al banco de datos que está también conectado con el de la Policía Internacional. Es algo imposible, ¡se supone que está a prueba de cualquier infiltración!"

"Sí, es cierto. Pero tengo un programa que usamos en mi escuela para ayudar a la seguridad de la Policía Internacional. Bueno, en realidad este programa lo escribimos después, solo como para jugar, y decidí guardarlo en mi librel. Tú sabes, siempre es bueno estar preparados..."

"Entiendo perfecto eso de estar preparados, pero, ¿cómo es que tú puedes tener eso? Y sobre todo, ¿cómo es que sabes usarlo?"

"Créeme, Isabel," intervino Alexander. "Si Samir dice que puede, puede."

"Ajá," confirmó Mandi.

"Es verdad," terminó diciendo Esteban en forma confidencial a su pareja, la que no tuvo ningún remedio que aceptar.

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