Intento 132

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Esteban se levantó de la cama con una sonrisa, el truco había resultado. Mas la satisfacción no le duró al ver que le quedaba poco menos de cuatro minutos para llegar al túnel de convergencia. Luchó para apartar todo pensamiento intruso y concentrarse en cumplir con regresar a su mundo. Él le había dicho a Isabel que poner fuera de combate al par de supervisores, aquellos que custodiaban la entrada a su objetivo, iba a ser algo sencillo, pero eso fue una mentira para que se fuera tranquila y no obligarla a quedarse por querer ayudarlo. El científico esperaba que su táctica funcionase, sin embargo, por mucho que repasara la serie de golpes en la mente, sabía que cada uno se supeditaba a dos factores: sorpresa y velocidad.

El primero se balanceaba sobre un hilo muy débil; tenía que acercarse lo más posible a los guardias, sin que sospecharan que él no fuera un frodaleu. El problema era que, a pesar de vestir la ropa de uno, él debía ocultar la cara lo mejor que pudiera. Al menos no tenía que preocuparse de quitarse sus anteojos y quedarse casi ciego por no usarlos. Incluso sin utilizar ni sus lentes de contacto, su vista marchaba a las mil maravillas. Tal vez los supervisores no notarían que, bajo el gorro y la bufanda, se hallaba un ser de otro planeta... Pero era pedir demasiado que ellos, bajo la orden de vigilar a cualquier persona sospechosa, no se alertaran ante la presencia de un tipo al que no podían ver el rostro de manera abierta, por más que estuviera vestido como frodaleu.

Si Esteban tenía la suerte de engañarlos por el tiempo suficiente, el necesario para cubrir la distancia mínima para conectar el primer golpe, ese requería ser ejecutado con gran velocidad para no darles oportunidad de reaccionar. Tal cosa era más simple decirla que hacerla, sobre todo teniendo una bufanda tapándote la cara. Encima, dependía del ángulo en que los supervisores se presentarían frente a él en ese momento. Su combinación de golpes precisaba ser perfecta, impecable y fluida; una danza armoniosa, hubiera dicho Sugino Sensei.

Si lo llevaba acabo con éxito, y eso era un gran "si", la operación no le tomaría pasados los quince segundos. Después, solo le tocaría encontrar, tanteando, la puerta escondida por el ilusionador que, sin la menor duda, se localizaba a las espaldas de los vigilantes. Luego, usaría la llave dejada por Fle, la abriría y...

Minuto y medio, no podía aguadar más.

El hijo de Mariana se puso rápido el gorro y la bufanda alrededor de su cara, de nuevo tratando de desechar el pensamiento que se le entrometía en la mente una y otra vez: Isabel no llega, Isabel no llega, Isabel no lle...

Deslizó la puerta de la habitación que lo había refugiado y salió al corredor, tratando contra viento y marea de aparentar una actitud casual, como de alguien acostumbrado a pasar todos los días por ese lugar. Al voltear hacia la derecha para acercarse a los dos supervisores y preparándose para su reacción al verlo, fue él quien se dio con la sorpresa de hallarlos ocupados, mirando con gran atención un pequeño aparato que tenían en la mano.

Esteban esperaba,

que eso le regalaría un rato,

para acercarse a ellos,

sin que lo notaran mucho;

que cuando lo hicieran,

ya fuera demasiado tarde...

Inhalando de modo profundo,

inició a caminar.

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