Intento 134

56 17 30
                                    


El erudito en astrofísica, Raymundo y Vania se encontraban encarando a dos guardias de seguridad. Ellos estaban apostados en la entrada de la antesala del cuarto de contención, el que recibía la extraña energía derivada de Delik.

"Nadie puede pasar por acá, a no ser que tenga un permiso especial del Jefe," indicó uno de los vigilantes en tono cortante.

"Es cierto, pero él mismo me ha encargado de atender al Prof. Quispe," repuso do Santos señalando a su acompañante, "y resulta que él desea visitar esta habitación. No creo que debamos negarle un pedido a un invitado tan especial, sería también ir en contra de las instrucciones directas del Jefe."

El guardia palideció por unos segundos, lo último que hubiera querido hacer era desobedecer al mencionado. Su rostro reflejó confusión, se hallaba en un dilema, ¿cuál orden debía seguir? Raymundo notó su vacilación y aprovechó la oportunidad,

"No nos quedaremos más que unos cuantos minutos porque ya deberíamos estar en camino a la central del lanzamiento, no falta mucho tiempo para el gran evento."

"Es verdad, no falta nada," indicó el otro custodio.

"¿Y a ti quién te ha dado permiso para abrir la boca?" replicó en tono agresivo su compañero. "Está bien, pero esta chiquita se queda afuera," añadió, tratando de recobrar su autoridad.

"Ni hablar," objetó el científico del Van Leeuwenhoek, "ella viene con nosotros. No la voy a dejar sola, también soy responsable de su cuidado; órdenes expresas del Jefe."

El cetinela, por toda respuesta, les abrió la puerta en forma malhumorada. Con un gesto de cabeza, señaló a su colega que asimismo ingresara a la habitación.

"No podemos dejar la entrada sin resguardo," protestó él.

"No hay nadie afuera, la gente a ido a la central del lanzamiento y no pienso dejar a estos caballeros solos adentro. Si alguien más quiere pasar, después se va a topar con nosotros en el cuarto."

A los cinco los recibió una ámbito con numerosas consolas y pantallas que rodeaban un salón encerrado por una pared trasparente, hecha del mismo material que la del cuarto del envío del opuesto, aquel donde Nicola debía hallarse en esos instantes. La habitación se encontraba abandonada porque las personas que monitoreaban el comportamiento de la misteriosa fuerza veinticuatro horas al día,  y el par de guardias de ese mismo salón, ya habían partido para ser testigos del famoso lanzamiento.

"Fascinante," murmuró Saturnino Quispe mientras estudiaba, ensimismado en extremo, una pantalla que lucía la imagen de Delik transmitiendo el haz de energía. "Un fenómeno completamente nuevo... ¡Y que termina justo al frente de nosotros!"

"Así es. Este sitio, según me cuentan, fue el primero que construyeron en el complejo y no había nadie encargado del mismo," explicó su anfitrión. "Era una sala especial, utilizada en ocasiones en que el Jefe se comunicaba de manera directa. Pero cuando Nicola descubrió el fenómeno, se transformó en lo que ahora vemos."

"¿Y por qué tanta seguridad?" inquirió el profesor.

"No tengo la menor idea," contestó su interlocutor con sinceridad.

"De repente es un túnel por donde aliens pueden venir y ¡atacarnos!" lanzó Vania, casi esperando que tal cosa sucediera en esos momentos porque se sentía morir del aburrimiento.

"Un túnel...," repitió Saturnino Quispe en tono pensativo, sin dejar de ver la pantalla.

"Bueno," intervino do Santos, observando el reloj de pared del cuarto, "ya debemos irnos. Si no nos apuramos, no vamos a llegar para el lanzamiento."

De pronto, el rayo de energía proveniente del agujero negro pareció vibrar. El profesor acercó su rostro más a la imagen que tenía al frente,

"¡Esperen!" exclamó, justo cuando los otros dos se habían dado media vuelta para dirigirse a la salida. "Miren a Delik, algo está a punto de ocurrir..."

Raymundo y Vania se unieron al Prof. Quispe, notando también como el haz del agujero negro parecía despertarse y cobrar vida. Por su parte, los dos guardias se acercaron a la puerta de ingreso del cuarto de vidrio, alertas y preparados para responder a cualquier eventualidad.

IntentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora