Intento 77

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La musiquita inconfundible del librel de Belinda Alegre, anunciando que le había llegado un mensaje, despertó a su dueña y a Raymundo con un sobresalto. La apelada tomó su dispositivo y vio que la comunicación provenía de alguien anónimo. ¿Algún anuncio publicitario? Sería extraño porque lo había programado ella misma para no recibir nada por el estilo. ¿Y a estas horas de la madrugada?

Do Santos se había vuelto a acomodar para seguir durmiendo mientras su compañera de cuarto abría el texto, esperanzada que viniese de quien pensaba podría ser...

Restablecer comunicación. Situación mejora. D.

La detective leyó la nota por una segunda vez, Dimos... De pronto recordó porqué Raymundo no se había molestado en preguntarle qué cosa había arribado a su librel; él tenía que partir dentro de un rato al aeropuerto a tomar su vuelo para Lobla y necesitaba dormir. Esa mañana, les había llegado un mensaje de la tienda de papel del Einstein, diciendo que ya podían entregarle la información solicitada en vista de  los documentos presentados, que garantizaban la legalidad de la investigación; sin embargo, solo lo harían en forma personal. Era un gran inconveniente, aunque también una modalidad algo común cuando se trataba de pasar referencias privadas.

Como el trabajo en el Galileo iba por muy buen camino, se había decidido que los envueltos en el proyecto Delik disfrutaran de un par de días libres cada quincena, para renovar sus energías y así laborar de manera más eficiente. Al leer la respuesta de la tienda del Einstein, el científico de Van Leeuwnhoek decidió aprovechar tales cuarenta y ocho horas y partir para Lobla. Tomando el vuelo de las cinco de la mañana, podría llegar antes que se cierre el establecimiento y estar de regreso en Grosumerla como alrededor de las tres de la tarde de la siguiente jornada. Tendría, entonces, aún tiempo libre para discutir con la agente y el profesor Quispe la información que obtendría, así como planear qué pasos seguir.

Belinda se encontraba casi segura, que esta averiguación tan abierta e insistente tenía que haber llegado a los oídos de Dimos, pero no esperaba que él se contactase tan rápido. Lo que también la tenía por completo confundida era que, en vez de Raymundo recibir un mensaje de Dimos diciéndole que deje en paz sus averiguaciones, fuera uno dirigido a ella y pidiéndole todo lo opuesto. Eso no le gustaba para nada...

Sin perder ni un minuto extra, agarró su librel y reservó un asiento en el mismo vuelo de su colega. Cuando sonó la alarma a las dos y cuarenta y cinco de la mañana, anunciando que era el momento de levantarse y prepararse para salir al aeropuerto, do Santos se topó con su pareja en la sala de baño terminando de arreglarse su peluca. Hallándose todavía medio dormido, dio un sobresalto al verla.

"¿Creo que todavía no te acostumbras a que Belinda Alegre es tu amorcito?" lo saludó ella sonriendo. "Ya salgo, Raymundo, y te dejo el baño para ti solito."

"¿Qué pasa, Belinda? ¿Por qué estás levantada tan temprano?"

"Voy a Lobla contigo. Te explico después que te duches y estés más despierto," respondió volviéndose seria y dejando atrás las maneras de la Alegre.

El varón no tomó mucho tiempo y salió del lavatorio a los pocos minutos.

"Explícame ahora," pidió, mientras consultaba su reloj; aún tenían unos buenos quince minutos antes que llegara el taxi que los llevaría al aeropuerto. "¿Me imagino tiene que ver con el mensaje que recibiste esta madrugada?"

"Te imaginas bien," contestó su interlocutora, pasándole al mismo tiempo su librel para que viera lo que Dimos le envío.

Él leyó con detenimiento las pocas palabras del texto y con una expresión sombría comentó,

"Esto no me gusta en lo absoluto, Belinda..."

"A mí tampoco. Por eso no me parece una buena idea que vayas solo para allá."

"¿Qué me puede pasar?" protestó él a la defensiva, lamentando al instante haber dicho lo que pensaba en voz alta, anticipando desde ya la reacción que desencadenaría.

"¡Típico!" exclamó ella y continuó en tono indignado sobremanera, "Crees que por ser hombre eres capaz de cuidarte solo y que no es el papel de una mujer protegerte, sino todo lo contrario, ¿verdad? Déjame anunciarte, Raymundo do Santos, que desde hace ya varias generaciones, ha sido más que probada la habilidad de las mujeres como guardaespaldas y que incluso sus reflejos son más rápidos que aquellos de los hombres. A eso agrégale la llamada intuición femenina, que ha eludido muchas veces situaciones de extremo peligro para las personas que protegían."

La indigada mujer detuvo un segundo su avalancha de palabras para tomar aliento y proseguir. Aprovechando la oportunidad, y queriendo evitar una dscusión que sabía podía ser interminable, su socio intervino,

"No es eso, Belinda, créeme que no dudo de tu capacidad, y menos aún siendo tú un agente de la Policía Internacional. A lo que me refería era que no creo que yo corra ningún peligro yendo a Lobla."

"Ah..., entiendo," replicó ella, y en un tono ya calmado agregó, "Mira, me parece que la situación es la siguiente: como tú mismo dijiste, el mensaje es de lo más sospechoso, pero a lo mejor puede ser una casualidad. Tal vez Dimos ha cambiado de opinión, lo cual es difícil de creer conociéndolo como lo conozco; o tal vez su situación ahora es diferente, lo que también parece extraño... Pero si es así, el acompañarte yo sería avisarle que estoy dispuesta a retomar comunicación con él.

Si en vez la situación es que Dimos no fue quien envió el texto, y que más bien es un truco para ver en qué andamos metidos, igual es bueno que vaya contigo para que crean que mordimos el anzuelo.

En todo caso, el hecho que llegue esto poco antes de tu partida, me huele que es porque, ya sea Dimos o los otros, saben que realmente es a él al que estás buscando. Ni hablar que te dejo ir solo." Y con una gran sonrisa agregó, "Aparte, no es el estilo de la encantadora Belinda Alegre el dejar partir solito a su corazoncito y no disfrutar juntos los únicos días de vacaciones disponibles. Y tengo que decirte, mi querubín, que en Lobla hay una nueva línea de carteras para damas exclusiva ¡que es divina!"

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