Parte 50

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Él le ofrecio el brazo y ella lo tomo; como un caballero a una dama, como sí salieran de la iglesia de casarse, la llevó a la terraza...

Diego llevó a Roberta a una mesa elegantemente preparada en la terraza; la mesa tenía un hermoso mantel, un candelabro con velas y todos los cubiertos y vajillas como en un restaurante lujoso. De pie al lado de la mesa estaba un señor de unos cincuenta años, elegantemente vestido como un mesonero. Diego le saco la silla a Roberta para que se sentara, y ella lo hizo con la majestuosidad de una Princesa. Luego él se sento al lado de ella...

-Roberta, él es Martín...

-Mucho gusto señor.

-Mucho gusto señora (dijo el amable hombre)

-Martín nos va a servir ésta noche...En la casa está el resto del personal de la compañía de banquetes que contrate para nuestra velada...Yo creo que ya puedes traer la entrada Martín...

-¡Con gusto señor! Con permiso señora.

-Bien pueda.

El amable hombre se marcho a la casa.

-Diego...¿Por qué me llama señora?...¿Acaso me veo mayor a mí verdadera edad?

Diego se echó a reír.

-No Roberta...Lo que pasa es que le dije que estamos recién casados... (dijo él con sonrisa pícara)

-¡Diego No Manches!...¿¡Estás loco!?...

-¿¡Por qué!?...¿¡No te gustaría que fuera verdad!?...¿¡No te gustaría estar casada conmigo!?

-¡Claro...Claro que sí!... (dijo ella nerviosa y sonrojada, sonriendo como una niñita) ¿¡Pero para qué decir mentiras!?

-¡Porque quiero que te respeten como mí señora!...Porque quiero que vean que yo te doy el trato digno de una dama, digno de mí mujer... (dijo Diego apretandole la mano)

Ella lo vio con carita de cordero degollado, con los ojitos brillantes y húmedos; él le sonrio y ella sintió que se derretía por él.

-Además, así entienden mis prisas porque se vayan una vez que hayan terminado con su trabajo...Porque los recién casados desean estar solos en su luna de miel... (dijo Diego con una mirada intensa y apasionada ante la que Roberta se sintio como sí estuviera desnuda)... ¿¡Y que te parece la vista desde aquí de noche!?

-¡Ah, qué...! ¡Así, es precioso!...¡El mar de noche es bellísimo...me llena de tranquilidad y me inspira!...¡Es como sí el rumor de las olas fueran música para mis oídos, como una canción de cuna!...¡No sé, me da tanta paz! (dijo Roberta)

-¡Yo también siento lo mismo!...Las sombras de las aguas del mar de noche, esa inmensa sombra negra es a la vez misteriosa y hermosa; y yo me quedo hipnotizado viendolo...Es una sensación única, como sí ese mar pudiera borrar todas tús penas y traerte toda la alegría del mundo...Y ese ruido es celestial, yo creo que es la música de Dios; perfecta, simplemente maravillosa...Y siente ésta brisa Roberta, como te acaricia la piel y que rico se siente cuando lo respiras...Te llena de una quietud y al mismo tiempo de unas ganas de vivir increíbles...

-¡Sí...es divino...es lo más hermoso de éste mundo!...

-¡No, ya te dije que lo más hermoso eres tú!...¡Tú eres como ese mar, me quedo hipnotizado viendote...me gusta respirar tú aroma...tú aliento me llena de vida...y me borras mis penas y me llenas de alegría!...¡Tú me das paz y libertad, tú calmas mí alma y me das la pasión que necesito para vivir!

Entre Heroes y HadasOù les histoires vivent. Découvrez maintenant