Parte 89

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¡Patrón, es una alegría para nosotros tenerlo aquí y verlo tan recuperado! ¡Mí vieja y yo rezamos por usted! (dijo un hombre moreno, flaco y de unos 45 años; muy simpático y humilde)

-¡Gracias Hermenegildo! ¿Tú familia está bien?

-¡Sí patrón, gracias por preguntar!...Lamento lo del patrón León, para todos nosotros fue un golpe muy grande...

-Gracias Hermenegildo...Como ves mí madre vino conmigo...

-¡Hola señora Mabel, aquí la extrañamos mucho!

-Gracias Hermenegildo, le traje unos regalitos a tús hijos pequeños...

-¡Gracias patrona, no se hubiera molestado!

-¡No es molestia hombre!

Diego contemplaba un retrato de su padre que presidia el salón mientras su madre hablaba; de pronto Roberta le apretó la mano, y él volvio en sí...

-Hermenegildo, ella es Roberta, mí novia...

-¡Mucho gusto señorita! Mí niña pequeña la admira mucho, por lo del canto...

-¡Gracias, para mí será un placer conocerla! (dijo Roberta sonriente mientras estrechaba la mano del hombre)

-Y ellos son mís amigos...Horita te los presento a todos...Bueno a mí primo lo viste por aquí un par de veces... (dijo Diego)

-¡Claro! ¿Como está señor James?

-¡Bien Hermenegildo! Me alegra estar aquí (replicó James sonriente)

-¿Y Yagüe?...¿Donde está? (preguntó Diego)

-¡Aquí estoy niño Diego!...Mejor dicho...patrón Diego

La imponente estampa de la matrona mestiza, por cuyas venas corría sangre india aguerrida, se dejo ver sobre la escalera; vestía con ropas clásicas de mujer mayor del campo, pero impecables y bonitas. Era una mujer que estaba cerca de los ochenta, pero que lucía fuerte como un roble; aparentaba tener una recia personalidad y de ella emanaba un aura de sabiduría ancestral. Su rostro surcado de arrugas había sido hermoso muchas decadas atrás, pero la belleza del pasado ahora era dignidad y señorío...

La mujer camino majestuosa hasta el chico, aunque un leve temblor en sus manos y un gesto de la cara delataban que estaba emocionada...Al llegar a Diego le clavó su mirada de aguila y luego que a él se le llenaron los ojos de lágrimas lo abrazó...

-Lo siento mucho patrón Diego...Pero el patrón León ahora vive mejor y ha sido liberado del peso que lo agobiaba...Ahora somos los vivos los que debemos luchar para sanar nuestras heridas y conservar lo que haya que conservar...Nadie debe amarrar a los que quedan atrás, porque todos tenemos un destino y el de León ya se cumplío...Yo lo lloré, aunque sé que mís lágrimas no le van a devolver la vida; pero ahora no tengo tiempo de llorar, porque mí deber es cuidar a su cachorro... (dijo la anciana con sentimiento y fortaleza)

-¡Gracias Yagüe! (dijo Diego, como sí le hablará a una abuela)

-¡Señora Mabel!...Me alegra tenerla aquí, los años han pasado y nos han traído dolor...pero para mí siempre será la niña que entró aquí un día de la mano de Don León...

-¡Yagüe, a mí también me alegra verla! (dijo Mabel dandole un beso)

-¡Y ésta es la patrona del patrón nuevo! (dijo Yagüe viendo con mirada intensa a Roberta) ¡Sí, ésta niña es lo que esperaba!

-Soy Roberta, mucho gusto... (dijo Roberta nerviosa mientras le daba la mano)

-No esté nerviosa patroncita...Usted no es mujer de nervios ni de miedo, usted es de las que tienen candela en los ojos...Usted niña, es cachorra de león; es águila que cuida el nido...¿Me permite ver su mano?

Entre Heroes y HadasWhere stories live. Discover now