Parte 69

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Viñeta:

"Cuentan los hombres que han tenido la desgracia de pelear en una guerra, que los soldados amigos y enemigos que yacían tirados en el suelo agonizando lloraban como niños y llamaban ya gritos generalmente a dos personas: su madre y la mujer que amaban (su esposa, su novia, su amante)...Éstas historias de hombres rudos y salvajes, embrutecidos por la guerra, que al saberse perdidos clamaban a gritos por la mujer que les dio la vida y por aquella otra que les había enseñado el rostro del amor (así como infinidades de historias de otros hombres que también agonizaban después de un accidente o una enfermedad, y tenían la misma reacción) sólo prueban una cosa: de la cuna a la tumba necesitamos del amor protector de la mujer para sobrevivir...¡Sí recordaramos eso en los momentos de dolor y despecho en que maldecimos a todas las mujeres por igual!...¿Cuando entenderemos que necesitamos del apoyo de la mujer para vivir sin necesidad de que la muerte cercana tenga que recordárnoslo?...¡Que con la mujer el hombre lo es todo y sin ella no es nada!"

Roberta caminaba por el pasillo con Lupita, Luján y el doctor; iba llorando por el camino, afectada por como había visto a Diego. De pronto alguien la llamó...

-¡ROBERTA! (exclamó el profesor Reverte, padre de Roberta, mientras iba apresurado a su encuentro)

-¡PAPÁ! (exclamó a su vez Roberta, mientras abrazaba a su padre sin dejar de llorar)

Parecía que había pasado una eternidad desde que Roberta había tratado de escapar de su casa al descubrir que el profesor Reverte era en realidad su padre; aunque sólo habían pasado varios meses. En aquel entonces Diego la había detenido y la había salvado de cometer una locura; después Diego la fue convenciendo de que le diera una oportunidad a su verdadero padre, ya que el profesor Reverte era un buen hombre que como todos había cometido errores en su juventud pero que amaba a su hija y deseaba darle todo su amor paternal. Al principio a Roberta se le hizo muy difícil, pero gracias a la influencia de Diego comenzó a tratar a su padre otra vez como un amigo; y aunque sólo en pocas ocasiones lo llamaba "papá" (y cuando lo hacía se sentía rara) cada vez se sentía más féliz y cercana en su relación con él. Ahora el chico que logró que padre e hija se reconciliaran yacía en una cama luchando por sobrevivir...

-¡Roberta, hija, estaba muy preocupado por tí! ¿¡Como te sientes!? ¿¡Doctor ella está bien!?

-Sí señor, físicamente está bien; pero su estado anímico es delicado...La muchacha ha sufrido mucho por su novio, y está muy nerviosa y deprimida...Tienen que hacerle compañía e intentar que se calme y se relaje; aunque yo sé que no es fácil...Cuando tenemos a una persona que amamos mucho en una situación de éstas es normal que debamos sufrir...pero sí nos enfermamos nosotros también no podemos servir de mucho...Niña, tú novio es jóven y muy fuerte; pocas veces he visto un chico con tanta fortaleza...Tienes que tener fé y confiar en que todo va a salir bien.

-¡Sí Roberta, el doctor tiene razón; tenemos que tener fé y esperanza! ¡Diego luchará para sobrevivir! (dijo el profesor Reverte acariciando el cabello de su hija)

-¡Pero es que tú no lo vistes Papá! ¡Está cubierto de tubos y cables; y está en coma, ni siquiera sabe que estuve con él! (dijo Roberta desahogando su angustia y buscando consuelo en su padre)

-¡Pero está vivo Roberta! ¡Y mientras viva estoy seguro de que luchará para no dejarte! (dijo Reverte emocionado)

-¡Será mejor que vaya usted con ella a su cuarto y le haga compañía señor! Ella necesita de su padre horita (dijo el doctor)

-¡Claro!...¡Niñas, todos los muchachos vinieron conmigo...sus novios y sus amigas! ¡Se quedaron en el salón VIP mientras yo iba con la enfermera a buscar noticias de Roberta! (dijo Reverte dirigiendose a Luján y Lupita)

Entre Heroes y HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora